La reciente lesión de Busquets –aún sin tiempo estimado en la recuperación- expone al Barça ante un escenario desconocido en la –casi- última década: jugar con un mediocampista al uso, normal. Al de Badía no lo vamos a volver a describir ahora, pero sí es justo precisar que es una suerte de especie reliquia producto de una biocenosis que ya no existe –Pep Team-, y que sigue aflorando con más sombras que luces en una nueva –Lucho Team-.

Quizá por eso mismo, y en virtud a una previsión que ahora se convierte en fortuna, el técnico asturiano es el que más apostó por situar a Mascherano en su posición lógica, en la que es un titán. Minutos de rotación primero, pareja con Sergio después, y rol muy específico finalmente han servido para que el argentino y el Barça se reencontrasen en un matrimonio fallido en el pasado pero con visos de cierta estabilidad hoy en día. A Luis le gusta Javier, donde sea, y no le disgusta en el centro del campo, aunque no haya podido lucirlo ahí tanto como a él, a ambos, les gustaría. Ahora sin el pope posicional para el barcelonismo, podrá utilizarlo en la zona ancha y, según las previsiones, en los escenarios de más alto nivel.

Evidentemente, la lesión de Busi es una mala noticia. Todas la son, pero está en clave culé es dolorosa. Forma parte del embrujo, de un recuerdo que aún no se ha ido y de un equipo que ha sido leyenda. Xavi e Iniesta como guardianes del estilo, con Messi por delante y con él por detrás fueron la referencia para entrenadores, jugadores, rivales y afición. Y eso no es poca cosa en un momento en el que los blaugrana viven más del engaño que del sistema. Pero por eso mismo, la presencia de una referencia mundial como Mascherano puede subsanar lo que ahora no existe y dotar de equilibrio y empaque a un equipo que ahora se desdibuja al recibir tres pases en campo propio.

¿El catalán o el argentino? El debate que los divide y enfrenta siempre ha estado ahí, pero esta lesión del titularísimo no debe agudizarlo. El 5 pronto estará de vuelta: su ausencia simplemente debe servir para que el Barça encuentre otras vías que hasta ahora se había negado, y de paso gane definitivamente a un jugador para la causa en la que mejor se desempeña. Eso sí, Mathieu, Bartra, y sobre todo Piqué, que no cojan ni un resfriado.