LA CONSOLIDACIÓN DE PASTORE

Pelota, pelota y pelota. Así podríamos empezar a definir el juego de Javier Pastore -Córdoba, 20 de junio de 1989- porque, en el caso del mediapunta argentino, el balón forma parte de su razón de ser. Con él, tiene la posibilidad de expresar su fútbol en su máxima dimensión; sin la pelota en su poder, Pastore pierde fuerza y su figura corre el peligro de diluirse como un azucarillo.

El talentoso mediapunta, que ha sido acusado a lo largo de su carrera de falta de continuidad en el juego, ha adquirido la regularidad que se le demandaba durante esta temporada. Partiendo desde la banda- ya sea la izquierda o la derecha-, Pastore se encuentra más cómodo incluso que en el centro del campo. Siendo él un centrocampista, su fútbol fluye porque desde el costado puede incorporarse libre de marca entre líneas, sin un lateral que le siga hasta dónde él se acerca a recibir. Liberado de oposición, Pastore no da un pase sin sentido, junta rivales y genera espacios a sus compañeros, de forma natural, casi harmoniosa.

La consolidación de su figura, junto a la eclosión de Marco Verratti y la experiencia de Thiago Motta culminaron con la exhibición de Stamford Bridge, un punto de inflexión en la historia reciente del PSG. Con un hombre menos por la expulsión de Zlatan y un resultado en contra, la asociación entre estos tres futbolistas permitió a los parisinos robar el balón al Chelsea y tiempo al reloj, alargando posesiones y asumiendo el control del partido. El premio llegó en la prórroga, cuando sendos cabezazos de David Luiz primero, y Thiago Silva después, dieron la clasificación a cuartos de final al conjunto dirigido por Laurent Blanc.

Pastore se ha convertido en un argumento futbolístico de peso para los parisinos, erigido en imprescindible con el paso de las jornadas. Hoy, con la ausencia de Ibrahimović, Verratti y Motta, el ex del Palermo será uno de los futbolistas más peligrosos de su equipo. Precisamente por su tipología, un jugador de su perfil acostumbra a hacer mucho daño a equipos como el Barcelona, porque le priva de aquello que le hace dominador del encuentro: el balón.

Sensible en el espacio reducido, dominador de los tiempos, Pastore ha dado el paso adelante en un equipo que encaja como un guante a sus características. Fiel reflejo de su jugador franquicia- Ibrahimović, puro genio intermitente-, el PSG muestra lo mejor de sí mismo cuando tiene la pelota en su poder, tal y como demostró en Londres hace poco menos de un mes. Allí, vestidos de naranja, jugando con diez, demostraron a Europa de qué son capaces, liderados por el joven Verratti y el mismo Pastore. Hoy, el primero será ausencia por sanción; el segundo, está y se le espera en el Parque de los Príncipes.