Es conocido por todos que el Fútbol Club Barcelona actual es el que menos prioriza la pelota en la última década. Lo apuntado en la planificación ha quedado refrendado en el campo y en las declaraciones de los jugadores. Así, la idea es clara: verticalizar, encontrar más rápido la portería contraria y finalizar antes. El asunto es que la cara B, la que implica defenderse ya sea con balón como sin él está poco desarrollada. Ni hay elementos para esconder el cuero, ni los hay para recuperarlo.

Pasa que, como pasa en casi todos los escenarios, los culés con su pegada resuelven el entuerto y además si el rival regala un poquito, pues incluso pueden mostrar un buen desempeño colectivo. Pero eso no es lo que se va a encontrar el domingo en Balaídos. El Celta es agresivo, con una idea parecida a la del mejor Barça de este año -el de los extremos abiertos de enero y febrero-, y que además practica un futbol de buen gusto: Orellana y sobre todo Krohn-Dehlicatessem, están capacitados para alargar posesiones, bien sea con pases o conducciones, y para enriquecer el juego interior de su equipo.

El peligro para los blaugrana es grande. Si el Celtiña agarra la bola y sabe qué hacer con ella, los visitantes apenas tendrán opciones de recuperarla -ojo al riesgo de que Busquets acabe desbordado ante un equipo que presenta tanto peso por fuera-. Si por el contrario son los de Luis Enrique los que intentan proponer, habrá que estar atentos a la calidad de la posesión y sobre todo cuántos metros tendrá que bajar Leo Messi para ayudar. Sea de un modo u otro, parece que el discurso del partido no lo decidirá el actual líder de la Liga.

Si a esto le sumamos el siempre temido parón FIFA, que Lío viene renqueante y que la baja de Jordi Alba limita gran parte del sistema ofensivo culé –un receptor del envío combado del argentino-, el encuentro suena a los que determinan campeonatos, en un sentido o en otro. Además, visto el calendario que tiene por delante el equipo, y sabiendo de donde viene –la victoria contra el Real Madrid con una posesión equilibradísima de 52 a 48 para el Barça-, el partido medirá buena parte de las aspiraciones culés calibrando sus opciones reales en el escenario que más daño le hace: cuando el contrario le discute el esférico.