El Camp Nou acogió el duelo entre los dos últimos campeones de Liga, que para más inri llegaban empatados en lo alto de la tabla, y la verdad es que mientras hubo encuentro, este no decepcionó. Ya desde antes, desde las alineaciones oficiales, el menú prometía espectacular. Cada uno recalcando su estilo, con los mejores jugadores para ello: los culés con los diez de Berlín más Bravo; los de Simeone con la gran novedad de la salida del punta para poblar el centro del campo. La decisión era lógica por el lado ofensivo, viendo el nivel de los delanteros del Cholo este año, y por el defensivo, ya que al poner un hombre más en la zona de creación podría tapar más los pasillos interiores y establecerse mejor en la altura del campo que quisiese dominar. De hecho, este plan ya fue usado anteriores veces por el Atlético de Madrid con suerte dispar contra el Barça. En la tarde de ayer, le salió de película.

El colíder de la Liga salió de maravilla. Como decimos, con esos 5 mediocampistas que en la práctica no eran tal ya que Carrasco visitaba más veces las inmediaciones del área que zonas más atrasadas. Pero más allá de la disposición, fue la actitud. El aspirante siempre maneja este registro cuando su rival se trata del Barcelona: una salida fulgurante, con bloque alto y pressing activo implicando para ello varias piezas. Con esto consigue ahogar la creación de su rival y poner a sus atacantes de espaldas a portería, en vez de en diagonal a ella, posición con la que hacen más daño. Sí presiente que puede hacer caja, estos minutos se prolongarán en el tiempo hasta conseguirlo; si por el contrario ve al Barça más líquido y sin problemas de filtrar balones, la transición pressing-defensa zonal, se produce en los primeros lances. Como el lector bien se podrá imaginar por la primera línea de este párrafo, el Atleti aguantó bastante achuchando arriba.

Un cuarto de hora donde Piqué, Mascherano, Alba y Alves se pasaban el balón lacónicamente evitando las embestidas rivales. No podían conectar con los de arriba, pero al menos tenían a Busquets y a Bravo -«ausentes» en el choque de la Rosaleda-, para ayudarles. No la perdían, pero no avanzaban. Fue el primer lance del encuentro, donde jugaban con negras. Koke y Saúl cortaban todo avance lateral, Griezmann y Carrasco -acostado en su sector derecho- ensuciaban la salida, y el tráfico se dirigía al medio donde Gabi y Augusto lo redirigían sin problemas. Realmente, aunque las ocasiones no eran demasiado llamativas, parecía cuestión de tiempo que el Atlético, portando el aura de 2014, se llevase el premio. Y este fue como no podía ser de otro modo: con una jugada iniciada en su costado derecho, donde Saúl y sobre todo Carrasco estaban sacando de zona a Alba y Mascherano, y rematado en elizquierdo, donde Koke pudo marcar sin la presencia de un errático Alves. 0-1 y con toda justicia.

Fue el primer punto de inflexión. El aspirante dio un paso atrás, con el deber de la misión cumplida, para poder proteger su área. Repliegue bajísimo con un 4-4-2 perfectamente dibujado donde Antoine y Yannick parapetaban la media luna del área. El campeón dio un paso adelante, dominó el cuero y se fue a por el partido. Ambos hechos fueron causa y no consecuencia de lo visto, una interrelación que derivó en lo que veríamos después. La sempiterna batalla de control del espacio por parte de unos y control de balón por parte de otros. Recogieron, como decimos, el órdago los culés y se pusieron a jugar. Es necesario resaltar la palabra porque si tan impactante fue lo que vimos antes, no se quedó atrás lo que vimos después: el Fútbol Club Barcelona más potente de la temporada, para poder derrotar al rival más potente de la temporada.

Es necesario asumir que Luis Enrique es un entrenador imperfecto que aspira a un equipo invencible desde la imperfección. Digámoslo sin reparo para acabar con la batalla dialéctica que rodean a sus victorias, enfrentándose goles y resultados con estilo y posición. El técnico asturiano no es el ideal para construir desde atrás, para ordenar con el balón o para contemporizar con el balón, pero es un constructor de ataques de mucho nivel, sobre todo desde la velocidad y desde el espacio, pero siempre desde los apoyos por delante de la jugada. Y como los que están delante de la jugada son el trío de ases sudamericano -convengamos que Lío pocas veces, pero siempre las más productivas-, pues arma el taco.

La MSN agarró el partido. Aunque su impacto no fue el de hace un año ante idéntico rival, fue suficiente para ver la explosión. Los ataques ganaron en amplitud y en brillantez técnica, siempre orientados por los delanteros. Las jugadas, con Messi ahora ya en la derecha, se sucedieron hasta establecerse en los dominios de Oblak y asentar al equipo arriba. Una vez ahí, con el apoyo por delante y el pie siempre firme para devolver, Rakitic, Iniesta y Busquets, acompañados por Alba y Alves dominaron siempre la recuperación de la pelota y la continuidad de la jugada. Los colchoneros estando demasiado atrás, y sin ninguna referencia arriba para al menos realizar envíos en largo, se quedaron sin salida, y ahí los mediocampistas culés disparaban la posesión para el Barça. Jugadas sin final donde la recuperación era acompañada del toque hacia delante derivaron en unos pocos minutos, pero suficientes, para girar a un Atlético que apenas podía achicar. Un despeje del Zamora, un último pase errado, y un gol de Messi.

A partir de ahí todo fueron malas noticias para los de Simeone. Un envío en largo al espacio sirvió para demostrar que Giménez es más blando de lo que muestra su intensidad y que Suárez controla e incide en todo a su alrededor. Demasiado castigo para un equipo que además, se iba al descanso con 10.

Parecía que el partido estaba cerrado, y sin duda así se lo planteó el Barça. Las lesiones, el Mundial de Clubes, la sanción de la FIFA, o por qué no, el hasta la fecha irregular del Real Madrid, han hecho que los culés aún no hayan ido a tope. Que activen, siempre que puedan, el ahorro energético y futbolístico. El susto que dio el Deportivo días antes de ir a Japón no fue suficiente para poder revertir esta situación más acuciada, si cabe, por el calendario de enero. Sea como fuere, el líder creyó que con goteo de fútbol tendría los tres puntos, y no puso más empeño.

Todo lo contrario que el Atlético de Madrid. El verse con 10 jugadores vino acompañado de la consabida regulación táctica que siempre deriva en un 4-4-1. Esto ayudó a que Carrasco se situase más atrás y más a la izquierda, o sea en su posición, y con su hiperactividad ayudó a disimular la insuficiencia de hombres. El Atleti fue mejor: propuso y dispuso, e incluso pudo empatar el partido. Su plan pudo seguir invariable gracias al belga y gracias a que su idea y su ímpetu estaban más despejados. La expulsión de Godín cerró este apartado y abrió uno hacia ninguna parte donde el campeón siguió sesteando y el aspirante apenas pudo realizar un par de sustos. Con todo, son los de Luis Enrique los que se llevan quizá medio título. Pero los de Simeone han vuelto a donde debían: son los de 2014, y como en 2014, si alguno tiene un mínimo despiste, se pueden llevar el gato al agua. Esto no debe extrañar: hoy se enfrentaron los dos mejores equipos de Europa.