España cuenta con un famoso triángulo de características muy parecidas al de las Bermudas. Los vértices van del islote de Es Vedrá, en el suroeste de Ibiza, al Peñón de Ifach, en Calpe, y a un punto de la costa suroeste de la isla de Mallorca. En esta zona se han sucedido fenómenos que no han podido ser explicados como que los barcos se hayan perdido por culpa de fallos en los aparatos de navegación.

 

Esto, es considerado como el “Triángulo del silencio”, y puede verse reflejado en ese Aleñà-Busquets-Riqui. Estos tres, generaron un contexto y una magia en el duelo de filiales, que solo pudo traducirse en un empate.

 

El duelo de filiales

 

Este sábado, el Mini y sus 2000 espectadores, tuvieron el lujo de disfrutar de un duelo entre 2 de los mejores filiales de España, el del FCB y Villarreal. Los equipos se dispusieron así:

 

 

 

Por el lado azulgrana, lo “sorprendente” fue la acumulación de centrocampistas por todo el terreno de juego por parte de Pimienta, fórmula que repitió con respecto al partido vs Ontinyent. En el partido, los costados se lo repartieron Collado y McGuane, ambos a pierna natural, ambos con misiones diferentes.

También destacada la ausencia de Miranda, suplida por un buen (gran) Ferran, que actuó casi como un lateral al uso, y no tanto como un pivote reconvertido, y la primera titularidad de Oriol, el primer vértice del Silencio

 

La mente del filial

 

El filial comenzó el partido con una premisa clara, dominar, y así fue durante una gran parte del encuentro. El equipo se apoyó mucho en ese sector zurdo, donde nacía y terminaban casi todas las jugadas, ya que el sector derecho ejercía de zona “débil” del ataque, con un McGuane muy móvil y tendente al movimiento sin balón, y un Guillem más a modo de sostén defensivo

En ese sector zurdo, Collado recibía muy abierto en esa banda, condición que no le lastraba a la hora de abandonarla para poder pesar en esa zona lateral-central y asociarse con Riqui. Ese vacío lo cubriría un gran Ferrán que se encargó de dar profundidad y amplitud, pese a que no igualaría las prestaciones de un buen Miranda.

En el minuto 30, un fallo de Busquets generaría el penalti que dio lugar al 0-1 de el ex canterano Quintillá. Tras este gol, la mente del filial recibió un golpe, las luces se apagaron y se reduciría ese dominio de los culés, algo que costaría volver a recuperar.

“Hemos tenido la posesión, hemos jugado muy bien, hemos tenido ocasiones de gol… y con el penalti, que hemos visto repetido y no es, los chicos se han trastocado un poco” García Pimienta

En el min 40, McGuane dejaría su lugar a Carles Pérez por una lesión en su bíceps femoral, cambiando el plan de Pimienta. Carles aunque recibía abierto, fluiría también por el espacio entre central y lateral, además de ejercer de principal generador en regate del equipo. Pese a qu Guillem no le daría ningún tipo de ventaja, el 2×1 que le haría en defensa, Pérez los solventaría con un fuera-fuera que desajustaría la defensa rival, pese a que el primer palo y el área fueran bien defendidas, o mal ocupadas, según se vea. De una jugada del extremo zurdo, nacería el córner que dio lugar al gol del empate de Cuenca de cabeza. El central madrileño daría un auténtico recital aéreo

 

El silencio

 

Como bien refleja el título, el triángulo de El Silencio, tiene 3 vértices. Un Aleñà cada vez más adaptado y con más ritmo se encargaría de recoger y acelerar. Aunque se escribirá más de él en los próximos meses, tengo que dejar una pincela, y es que Aleñà es un delantero en el cuerpo de un centrocampista, pero es interior, su mente es de interior, pese a que su “llama vital” tienda a la aceleración. Dejado a un lado esto, Aleñà recibió poco entre líneas, zona donde podría haber matado el partido, y bastante más en la base de la jugada, donde sus conducciones y pases suelen tender a la verticalidad o la zona izquierda.

El otro vértice sería Oriol Busquets. Aunque le falte ritmo, aunque sea aún pronto, Busquets va a dominar la zona. Pese a que el gol visitante vino de un error suyo y algunas persecuciones dejasen vacía su espalda, su partido dio destellos de lo que será y de lo que repercutirá en el equipo. Continuidad, sencillez de pases y una capacidad para encontrar a los interiores tras pase diagonal bastante superior a la de Ferrán

 

Es Vedrá

 

En concreto el islote de Es Vedrá está considerado como un lugar con poderes especiales y son muchos los testimonios de avistamiento de ovnis, luces misteriosas y extraños sonidos metálicos. Una explicación podría estar en la supuesta radiación magnética de esta roca a la que se ha comparado con las piedras de Stonehenge, las pirámides de Egipto y las estatuas de la isla de Pascua.

El último vértice del triángulo, el islote de Es Vedrá, Riqui Puig . Este chico es un verdadero demonio, un Fantasma de El Sagrario. Esto fue nuestro protagonista, capaz de fluir tanto en vertical como en horizontal. Riqui apuñalaba la espalda de los medios rivales, recibiendo, conduciendo y soltando hacia izquierda o derecha, hacia delante o hacia detrás. Riqui activa todo el frente, da continuidad  la jugada, le da calidad suficiente para convertirse en una posesión efectiva.

 

 

Muchas veces se le veía por el sector derecho, “invadiendo” la zona Aleñà en fase de recuperación y transición, pero lo curioso, es que no se estorbaban, Riqui sabe alejarse estando cerca. A él le gusta asociarse con el de Mataró y viceversa, ejerciendo de forma de pared para que Carles pueda seguir su escalada hacia la frontal.

Para finalizar, Riqui ejerce una acción muy bonita y efectiva. Cuando recibe de espaldas o semi girado, utiliza su tacón para girarse completamente, quedando totalmente orientado para conducir y continuar la jugada (min 1:49, min 2:40 del video)

 

El grito en el silencio

 

Si Riqui-Busquets-Aleñà fueron el silencio, Enric y Samu serían el ruido. El lateral zurdo percutiría una y otra vez, siendo una fuente constante de peligro, no solo apareciendo, si no conduciendo. Pese a que Guillem estaría más pendiente de sus subidas que de apoyar en ataque, el lateral dañó esa banda y ser el receptor del protagonista amarillo, Samu.

En la otra orilla, se encontraría él para mi mejor jugador amarillo, Samu Chukwueze . El nigeriano fue un ciclón, pese a que Ferrán pudo pararlo alguna vez, su protagonismo se desarrolló desde la banda derecha del ataque del mini submarino. Apoyado en un gran Ruben Mesa, Samu partiría desde la banda, pero podría pesar por la zona central, donde una mala toma de decisiones y cierta imprecisión, pudieron frenarle. El extremo derecho fue la gran fuente de peligro, desde el regate y la conducción.