Como cualquier organismo público que se precie, los procesos de renovación y adaptación al entorno en el Barcelona se llevan tranquilamente y sin grandes cambios ni revoluciones. Anfield y Roma, las dos mayores humillaciones de la década culé, no sirvieron para que el club tomara una decisión más agresiva de cara a la confección de la plantilla. Hay novedades, pero sin señalar a nadie de los protagonistas de ambas debacles. Por cierto, en ninguna de estas estuvo Ousmane Dembélé.

A menos de una semana para que empiece la Liga, si no hay más novedades en este nuestro fútbol, -cuyo interés por sí mismo, su imagen y el respeto mutuo brilla por su ausencia-, el Barcelona tendrá en su once inicial a los mismos de Anfield y Roma más De Jong pero con dos primaveras más en las piernas y en la cabeza. Los resultados mandan, y la realidad objetiva también es que ambas debacles fueron acompañadas de dos ligas ganadas con suma autoridad y varias humillaciones al Real Madrid durante la etapa Valverde. Ambos aspectos deben entrar en el debate.

Figuras como Ter Stegen, Lenglet como central complementario, Umtiti si las lesiones y su rodilla le permite ser él mismo otra vez, Arthur, De Jong u Ousmane son la energía, el talento y la juventud que cualquier proyecto necesita. Son adrenalina e ilusión a incrustar en un plantel ultra competitivo, con una capacidad de sufrimiento sobre el césped sin igual y comprometido como pocos. Ganar ligas teniendo cada vez menos talento por culpa de una directiva conservadora y apática en sus decisiones tiene un mérito incalculable.

La realidad, también hay que decirlo, es que a falta de cerrar el mercado de fichajes (lo que puede echar al traste con este artículo por completo) el equipo tendrá mejores jugadores y más piezas que puedan aportar talento y energía al núcleo duro del vestuario. Añadida a la ambición mostrada por Messi y por la ansiedad reflejada en el club por el no triplete de 2019 todo hace indicar que habrá otro intento para conseguir la triple corona y así la directiva plantarse a unas elecciones con media reelección en el bolsillo.

Faltará ver, pero, en qué nivel se encuentran jugadores como Piqué (32 para 33), Alba (30 para 31), Busquets (31 para 32), Rakitic (31 para 32), Messi (32 para 33 el próximo junio) o Suárez (32 para 33 en enero) de cara a la exigencia planteada a este equipo. Todos ellos son jugadores que ya jugaron los mejores partidos de sus respectivas carreras y aún así siguen y seguirán siendo el alma del colectivo. Máximo respeto a ellos por lo conseguido, pero resulta temerario que los mismos que estuvieron en Anfield y Roma mantengan intacto su status y se persiga a los que no estuvieron y no se dé oportunidades a los mayores talentos que ha dado La Masia en un lustro en jugadores como Aleñá, Riqui Puig o Miranda.

A falta de tres semanas para el cierre del mercado de fichajes la pelota está en el tejado de Bartomeu y Abidal y lo debe jugar Ernesto Valverde. En junio se pondrá nota.