En marzo del año pasado, trascendió una noticia que sorprendió a propios y extraños: el Barça había decidido renovar a Ernesto Valverde hasta 2021. Sin haber entrado aún en la fase decisiva de la temporada, y con las dudas planeando sobre el juego del equipo sin resolver, el club decidió tirar adelante su renovación sin esperar al fin del curso.

La confianza vertida sobre el técnico cacereño, así, se vio reforzada sin tener en cuenta el desenlace final, del que dependía en buena parte el éxito o el fracaso de la temporada. Encaminado el club hacia el triplete, la debacle de Anfield fue tan dura como inesperada. Lo que sucedió después, fue la crónica de una muerte anunciada.

La renovación del entrenador en marzo, sumada a la confianza de la plantilla y que la dirección deportiva entendía que en el mercado no había opciones mejores que Valverde, hicieron que el Barça concediera un tercer año de proyecto al exentrenador del Athletic. Para afrontarlo en las mejores condiciones, llegaron Frenkie de Jong – un fichaje de club – y Antoine Griezmann – una vieja petición del técnico –.

Sin embargo, nada salió como esperaba. Por a o por b, Valverde no fue capaz de darle impulso a un equipo necesitado de nuevos estímulos. Paradójicamente, en cuanto más talento tuvo en plantilla peor lo gestionó. Al ‘Txingurri’ se le vio más cómodo en su primer año, ya sin Neymar, tratando de reflotar a un equipo corto en todas las parcelas.

Fue en ese primer curso en el que se vio la mejor versión del entrenador pero, a medida de que fue acumulando talento, fue incapaz de construir un conjunto a la altura de la exigencia del club.

Por eso, pasados apenas seis meses de su tercera temporada, acabó destituido a pesar de ir primero en LaLiga – con la peor puntuación desde la 07/08 – y haberse clasificado en octavos de Champions – como sucede todos los años –.

La llegada de Setién

El perfil del nuevo entrenador debía cumplir con varios requisitos imprescindibles. Principalmente, debía creer en el modelo de juego del FC Barcelona; confiar en los jóvenes talentos de la plantilla y, finalmente, revertir la inercia negativa de un vestuario acomodado.

Los que cumplían con el perfil fueron tres: Xavi Hernández, Quique Setién y Francesc Xavier García Pimienta. Cada uno a su manera, representaban un ‘update’ respecto a Valverde y se adaptaban a las demandas del club y el aficionado.

El primero, actualmente en Catar, dijo que no tras tres días de incertidumbre – y show del club mediante –; el segundo, sin equipo desde finales del curso pasado, aceptó nada más recibir la llamada.

Un cambio a mejor

Quique Setién aterriza en el Camp Nou sin experiencia en la élite del mundo del fútbol. Su currículum, sobre el papel, es más bien modesto. Lugo, Las Palmas y Betis, en circunstancias normales, no dan para llegar a un Barcelona. Menos aún si del último club has sido despedido y de malas maneras.

Sin embargo, la principal cualidad de Setién es cómo hace jugar a sus equipos. Hombre de convicciones fuertes, su trayectoria bien merece cargarse el mantra de que desde la modestia uno no puede jugar al fútbol siendo protagonista y apostando por el espectáculo.

Sus equipos son así, es su condición innegociable. Fieles al juego de posición, practican una salida de balón aseada y tratan de someter al rival en campo contrario. Trasladado al fútbol de la élite, no hay mejor club para entrenar bajo estos principios que el Barcelona.

Partiendo de la premisa de que será fiel a sus ideas, deducir lo que hará con este equipo es imprevisible. Setién no es un amante de un dibujo en concreto, en este sentido es flexible porque juega en función del rival manteniendo unos principios reconocibles. No sabemos si cerrará con tres o cuatro; si jugará con laterales largos o por dentro, con extremos abiertos o cerrados. Contará más la intención, tanto en el plan de juego como en la elección de los jugadores.

Y es que otra de sus grandes cualidades es que, allá donde ha ido, no solo ha hecho sus equipos jugar mejor, sino que también ha mejorado a la mayoría de los futbolistas que los componían. Que se lo digan a los Roque Mesa, Tana o Viera de Las Palmas, o a Fabián, Canales y Mandi del Betis, entre muchos otros.

Es de esperar, por lo tanto, que algunos jugadores den un paso adelante en su rendimiento. Sobre todo los jóvenes: Desde De Jong y Arthur hasta Riqui Puig y Ansu Fati, sin descartar sorpresas como Dembélé o Semedo, jugadores que a priori no encajan en la idea de Setién.

Las oportunidades a los jóvenes deberán aumentar la competitividad interna del equipo, paso imprescindible para que los jugadores que superan la treintena den la mejor versión de sí mismos si no quieren perder la titularidad. Setién supondrá un nuevo estímulo que, según parece, ya se ha empezado a notar en los primeros entrenamientos.