¿Qué hace un futbolista como tú en un sitio como este?

Podríamos hablar de cifras y estaríamos hablando de los futbolistas más caros de la historia del club. Pero, aunque el dinero cobra en estos momentos un tinte capital, vamos a intentar dejar de lado este factor a la hora de realizar el análisis futbolístico que nos proponemos.

Esta pareja, Coutinho y Dembélé, han generado en muy poco tiempo, primero la duda y luego la decepción en el aficionado culé. Pero no los tratemos como un pack indivisible. Ya sabemos lo que el aficionado piensa sobre el brasileño, centrémonos en la figura del francés. Tengo claro que el más recuperable de esta pareja de estrellas.

Hagamos un poco de historia, dejando cifras a un lado; la joven estrella gala aterriza en Can Barça el verano de la salida de uno de los mayores cracks de la reciente historia azulgrana, Neymar. Y por tanto, el que más y el que menos ha hecho el ejercicio mental de sustituir a uno por otro, sin profundizar en el análisis, sin revisar si realmente eran intercambiables sobre el césped de la misma forma que parecían serlo en la cabeza del aficionado.

Primer gran error. Ambos futbolistas tienen más bien poco que ver, si acaso precisamente podemos hacer hincapié en que ambos son únicos en su especie, capaz de realizar acciones sobre el césped con su sello personal e intransferible. Y en valor absoluto es más que probable que el brasileño esté varios cuerpos por delante si de talento puramente futbolístico se trata. Por supuesto también tengamos en la cabeza que hablamos de un jugador mucho más hecho como futbolista. Donde los trazos de Ney son ya fuertes y marcados, en Ousmane todavía hablamos de un borrador, excepcional, pero con una figura creativa todavía difuminada, pendiente de perfilar.

Podemos comenzar hablando de su posición en el campo unida a sus capacidades. Mientras ese “once” culé del manido cuatro-tres-tres requiere de partir pegado a banda, para que la habilidad del futbolista y el juego de posición centre su situación en el área rival, hasta convertirle en un atacante más. Requiere por lo tanto de habilidad en el regate, cuando de desbordar con el balón a su par se trata y de velocidad sin balón en el desmarque, cuando la situación lo demanda. Pero lo fundamental de esa solución de juego es entenderla; a veces hay que continuar pegado a la línea de cal solo para beneficiar el fútbol del resto del equipo. No intervenir directamente, no implica que tu situación en el campo no mejore intrínsecamente el fútbol de tus compañeros. Y ahí es donde el francés tiene mayor margen de mejora; en la comprensión del juego.

La zona en la que el bagaje futbolístico de nuestro protagonista nos muestra que se encuentra a placer es a la espalda del medio centro, entre el central y el lateral, generando la duda de ambos, pero sobre todo no buscando el balón al espacio, sino al pie. Y desde ahí, desarbolar al rival, agitarlo, generar ese caos necesario cerca de la frontal del área rival, que al final acabará en una situación desequilibrante. Juega con el error. El suyo y el del rival. Es una moneda al aire que, cuando sale cara, es medio gol, pero cuando sale cruz, el sistema debe estar preparado para compensar.

Este es el hábitat natural del francés. ¿Se puede cambiar? Por supuesto, educando al jugador podrían utilizarse sus capacidades, repito, únicas en este fútbol previsible y con todos los detalles perfectamente predefinidos, donde el talento bien usado puede ser diferencial. Puede que sus capacidades, como son imprecisión técnica a velocidad normal, choquen con las necesidades naturales de este equipo, de este club. Pero también debemos ser conscientes que como agitador desequilibrante también es único en el fútbol mundial. Capaz de fallar un control fácil y de derribar defensas de élite en slalom cual si fueran conos. Acelerar de manera brutal, para desacelerar de una forma aun más abrupta y ofrecer ese pase de gol que muy pocos futbolista pueden ver y mucho menos ejecutar. Me niego a pensar que no se puede encontrar el equilibrio entre las necesidades del juego azulgrana y las habilidades del exjugador del Dortumund.

La situación actual, que posiblemente nos obligue a muy pocos fichajes y a exprimir los recursos actuales, puedan precisamente ayudarnos a intentar recuperarlo. Este puede ser su último año en el club, dado que se acerca el final de su contrato. Y, si las lesiones se lo permiten, factor determinantemente negativo en su rendimiento en estos años en el club, creo fervientemente que Ousmane volverá a ser ese jugador diferencial que ha sido en sus anteriores clubs, a poco que vaya adquiriendo cierta madurez como futbolista y como persona. Y  que el club entienda y sepa como enfocarse con él.

Me gustaría pensar que el joven galo no va a ser el nuevo chivo expiatorio de la afición. Diría mucho de la madurez del aficionado.