De Neymar lo sabemos todo. Fue el fichaje estrella del verano pasado, costó no sé cuántos millones y, sorprendentemente, aún no ha tenido tiempo para adaptarse al funcionamiento colectivo. Entre las lesiones de Messi y la que sufrió en el Coliseum apenas se ha podido atisbar su relación futbolística con el astro argentino, futuro núcleo de un nuevo modelo de juego al que no empezaremos a ver hasta, como mínimo, la próxima temporada. El brasileño ha llegado al tramo final de temporada prácticamente sin un puesto fijo en el once y, aunque sobrevivió de manera excelente durante la primera parte del curso, ya hay voces que cuestionan su valía luego de destaparse sus números de la operación que le trajo a jugar en el Camp Nou. Algunas otras también han salido al paso para criticar una supuesta incompatibilidad con Messi.

Dejando de lado los aspectos intangibles de su fichaje, Neymar tiene muchas posibilidades de jugar desde la partida en el Bernabéu. Si bien ya entró en el once con los centrocampistas en el clásico del Camp Nou, el astro brasileño empezará presumiblemente desde la derecha, aunque en octubre jugó por la izquierda. Su rol en la banda de Messi y Alves ya lo analizamos hace unas semanas tras sus 20 últimos minutos en el Etihad, repitió como titular en el Camp Nou y las sensaciones son positivas. Neymar es asociación, juego interior y sus posibilidades de interacción con Messi. Y, a pesar de que no cuenta como su mayor virtud, cuando le toca convivir con el Barça de los centrocampistas se le asigna a él la responsabilidad de amenazar en profundidad a la espalda de la defensa rival. Su sensibilidad a la hora de leer el juego le otorga un punto a su favor a la hora de tirar la ruptura, es generoso en el esfuerzo y acostumbra a visitar los tres carriles. En el Bernabéu, ante Pepe y Ramos, será vital que concentre sus esfuerzos en complicar la vida a la titánica pareja de centrales.

Pedro es la niña de los ojos de la afición. Su participación es agradecida tanto por el entrenador como por sus compañeros. Tanto Xavi, Iniesta, Messi y compañía se sienten cómodos con su presencia sobre el campo, debido a su generosidad en el desmarque y su esfuerzo en el retorno defensivo, siempre bien aplicado, siempre puntual en su sitio. La mejor versión del tinerfeño aparece cuando le liberan de la cal y se le permite aparecer en zonas más interiores. Por eso el Pedro de España parece mejor futbolista, porque asume la doble responsabilidad de ofrecer una línea de pase más por dentro y, a la vez, constituir la mayor amenaza individual en términos de profundidad.

En el Barça destaca especialmente por su capacidad para asociarse y entender el juego de sus compañeros. No son pocas las pequeñas sociedades que se han generado desde la irrupción de Pedro en 2009, sinergias que el equipo ha aprovechado muy bien sobre todo a nivel de productividad. Además, el canario posee el don de la puntualidad: cuando se necesita habilitar el carril exterior para la entrada del lateral, ahí está Pedro para irse hacia adentro y arrastrar a su par; cuando se le pide atacar el espacio y ocupar el área, ahí aparece Pedro para rematar; o cuando los centrocampistas necesitan un apoyo por delante del balón y ahí está el tinerfeño para tocar y asociarse; incluso cuando se pierde la pelota el canario no duda en regresar si así permite al equipo no perder el equilibrio y reorganizarse. Si jugara en el Bernabéu se vería las caras con Marcelo, precisamente uno de los laterales que más ha sufrido su presencia pero que a día de hoy está en su mejor momento de forma.

Por último, ahí aparece Alexis. Al chileno le costó horrores ganar en confianza tras un segundo año estrepitoso, en el que protagonizó jugadas ridículas que le hicieron perder crédito a ojos del espectador medio del club. El ‘9’ no destaca por su técnica con el balón en los pies, en el Barça no encuentra los espacios que sí tenía en Udine y que le permitían mostrar su mejor virtud: la potencia en carrera. No obstante, desde el primer día se destapó por su juego sin balón, un trabajo oscuro que pocos han apreciado. La confianza del Tata Martino en recuperar su mejor versión le devolvió el crédito perdido y, hasta ahora, está firmando una temporada muy buena. Sus carencias con la pelota siguen ahí, ya que en espacios reducidos no posee la técnica de los elegidos, pero ha mostrado un buen olfato de cara a portería convirtiéndose, hasta la fecha, en el segundo máximo goleador del curso.

Su sola presencia crea espacios a los centrocampistas, que para alimentar de pases a los delanteros bien necesitan de desmarques. El chileno no para de moverse, una y otra vez, es hiperactivo: en una misma secuencia es capaz de hacer muchas cosas, a pesar de que el equipo no base todo su juego en torno suyo. Es el elemento más preciado en términos de profundidad, está creciendo cuando le toca pisar zonas interiores y se entiende a la perfección con sus compañeros. Es generoso en el esfuerzo e intenso en la presión, como Pedro; y se ha convertido en el escudero perfecto para Messi, sobre todo cuando goza de libertad para irse hacia la zona del ‘9’. En el Bernabéu aún recuerdan sus exhibiciones contra Pepe y Ramos, cuando jugó como delantero centro en su primer año con Guardiola. Si juega, no descarten que Martino tenga en mente tirar de este recurso si Messi no logra estar cómodo sobre el campo.