Se puede afirmar sin temor a ruborizarse que fue una pieza clave del mejor Barça que han visto nuestros ojos. Encajando como un guante en un modelo de juego restringido a unos pocos, Pedro se hizo paso con poco ruido y muchos goles. Así, llegó a ser sorprendentemente decisivo en prácticamente todas las competiciones. Pero no todo es un cuento de hadas, y en el último año de Pep empezó a verse que quizá todo no era tan bonito.

Porque aunque parezca mentira el canario fue un jugador que me gustaba por la simpleza de su rol y lo bien que lo ejecutaba, sobre todo por ese instinto para el gol. El problema llegó cuando el juego empezó a venirse abajo irremediablemente y cada jugador debía aportar un plus individual que antes el sistema colectivo solucionaba. Fue el momento en el que a más de un jugador se le empezó a ver las costuras -aunque algunos tardaron más que otros en deshilacharse, como Busquets-.

Sus cifras goleadoras bajaron considerablemente -prácticamente 10 goles de una temporada a otra- y solo el año pasado pudo alcanzar una cifra similar -19 goles, por los 23 y 22 de la 09/10 y la 10/11-. Y claro, cuando hablamos del nivel individual de Pedro, en este tramo de tres temporadas y media de insuficiencia las buenas noticias no duraron mucho. No descubro la pólvora cuando digo que es un jugador que por sí mismo no es capaz de elevar el nivel de un equipo, si no que es un buen comodín para un gran equipo.

O al menos eso pensaba hace un tiempo, cuando todavía le daba alguna segunda oportunidad culpando a un Barça errante que no potencia a sus jugadores , encadenado de manos y pies al estilo, esa palabra tan manida que al final ha perdido hasta su sentido. Ahora mismo y a pesar del caos de Lucho, no veo a Pedro útil en el equipo. No aporta juego, no aporta goles -bueno, solo uno- y no creo que sea algo que tenga solución a corto plazo.

Evidentemente la comparación con Neymar y Suárez la va a perder, pero que Sandro y Munir también le pasen por la derecha no es tan normal, aunque los chavales sean muy buenos. Hablamos de un jugador que se quedó a expensas de la salida de un Alexis Sánchez que, aunque quería más minutos, peleaba con Pedro por un sitio en el once. Creo, sinceramente, que nos hemos quedado con un globo que se acaba de deshinchar.