Jorge Valdano, que siempre manejó mucho mejor la retórica que la táctica, dio en el clavo hace ya unos cuantos años: “un equipo es un estado de ánimo”. Y si no que se lo pregunten a Luis Enrique y a su Barça. El entrenador asturiano, como ya hemos ido explicando –y viendo en el juego del equipo-, ha priorizado la recuperación anímica de un club pachucho por encima de cualquier otra decisión futbolística. En definitiva, ha buscado que la expresión jugar al fútbol se entienda en su forma más literal: jugar y divertirse. El asunto es que algunos creíamos ver esto como una fase beta de su proyecto, como una rampa de lanzadera a partir de la que luego desarrollar un plan coherente y competitivo. Pero de momento eso no ha sido así: lo del principio es lo de ahora, y puede que se encamine a ser lo del final.

La relación con todo esto es sencilla: a día de hoy el equipo solo aspira a jugar bien si es feliz. Lejos de una estructura que potencie las mejores versiones de los jugadores y lejos del modelo de seguridad que este equipo ha conocido en los últimos años, la máxima aspiración para competir es que los futbolistas disfruten sobre el verde. Por eso el punto más bajo del proyecto hasta ahora ha llegado tras la derrota del Bernabéu que además vino tras la renuncia que hizo Luis Enrique de sus ideas y de sus hombres.

La decisión, que en el prepartido era tan coherente como en el postpartido -a pesar del resultado- trajo consecuencias devastadoras para un grupo que perdió la alegría y la confianza. De ahí a la nada solo hubo un paso, y Celta, Amsterdam y Thievy así lo enseñaron al mundo. El inventó se cayó en cuanto dejó de abastecerse de las energías positivas con las que se retroalimentaban los culés. Fue una fase de colapso concluida en la última semana. De nuevo se recuperó la alegría –y Xavi Hernández-, para volver a la senda perdida un mes antes. 5 goles al Sevilla, 4 al APOEL y dos records históricos para Messi abren la nueva etapa que como un círculo continuo nos retrotrae a los días previos a la visita a la Capital.

¿Y ahora qué? Ahora parece llegar el punto de inflexión que puede determinar toda la temporada. Mestalla, ha sido marcado en rojo por todo aquel que siga la Liga como uno de los grandes campos donde se decidirán buena parte de las aspiraciones de los candidatos al título. Si el Barça, en inercia positiva, consigue dar otro paso hacia delante volverá a subirse a la nube y tendrá mucho ganado. Porque Lucho sabe que con Neymar, Messi y Suárez, aunque no encuentre un sistema rotundo, las cosas seguirán saliendo. Ellos generarán las ocasiones y los goles, y Xavi le arreglará los galimatías tácticos cuando estos aparezcan. Por eso Lucho sabe que lo que tiene que hacer es buscar la felicidad. Y quizá así, a partir de ahí, pueda dar por fin con la tecla que haga del Barça un equipo de verdad.