En una de las mejores películas de la catalana Isabel Coixet, la protagonista, a la que se le ha diagnosticado un cáncer terminal, se encarga de preparar la vida de los que le rodean para cuando ella no esté y, he aquí el detalle importante, sin decir a sus allegados su propósito ni que esta es su última misión en la vida. Evidentemente no es tarea fácil cuando, como cada madre, ella es el nexo de unión de ellos con su entorno, la figura sobre la que gira todo.

A Xavi Hernández le queda muy poco de vida deportiva en el F.C. Barcelona. Esta misma semana volvía a salir a la palestra la posibilidad de una retirada en clave azulgrana del gran capitán a final de temporada, camino alguna de hacia esas ligas que parecen inventadas para ser el retiro espiritual y económico de las grandes figuras europeas.

Porque no nos equivoquemos, hoy nos puede parecer un jugador menor, prescindible, pero estamos hablando del que probablemente sea el centrocampista más determinante en la historia reciente y exitosa, tanto del Barça como de la Selección Española. Es el epicentro sobre el que giraba todo. El “xavisistema” no es una figura literaria, ni una manera de hablar, ha sido una forma de vida de ambos núcleos futbolísticos, que alcanzaron su cima de la mano de su seis blaugrana y su ocho rojo, respectivamente.

Pero el final de su carrera en Europa y en el club de toda su vida no está siendo del todo sencillo. Al contrario que muchos de sus coetáneos, también santo y seña de clubs tan importantes como la Roma con Totti o con Rossi, la Juve con Pirlo, el Arsenal con Henry, el Manchester con Giggs o Scholes, el Liverpool con Gerrard, el Boca con Riquelme y un grande etcétera, que en lugar de gestionar como una rémora a estos genios, los han considerado un activo importante en los éxitos del equipo… En el Barça no se ha sabido o no se ha querido, que en la fase terminal de su carrera, se pudiera aprovechar la clase y el fútbol atesorados por el de Terrassa, para reinventar a un equipo que pudiera haber hecho uso útil de él.

Con el añadido que tampoco se ha optado por la solución alternativa de dotar al equipo de unos mecanismos, que hicieran que el equipo supiera jugar sin su director de orquesta. Se reinventara para tocar otras piezas a un ritmo distinto del que marcaba Xavi. Aunque solo fuera porque hablamos de un jugador único e irrepetible, que ya ni él mismo podía en sus últimos años imitarse.

Se ha optado por la solución intermedia que no contenta a nadie. Actualmente Xavi es el cuarto interior del equipo y cuando juega no es para marcar el tempo del partido, sino que se ha tenido en cierta manera que reinventar para correr y buscar sistemáticamente el último pase. Normalmente de hecho no suele ser el interior del lado fuerte y constructor, el lado derecho del equipo, el interior de posesión, con la excepción reciente del partido del pasado domingo frente al Rayo. Sino por el contrario suele ocupar el espacio del interior izquierdo, el lado débil, más “mediapunteador”, finalizador y ejecutor del último pase. Lo que le hace aprovechar otras características quizá no tan naturales en él, aunque igualmente útiles para el equipo.

Y nuestro protagonista no intenta plasmar su personal forma de entender el juego en el campo, sino que quiere ser uno más. Uno de esos interiores que, para Luis Enrique, no tienen un peso específico fundamental en el desarrollo del juego. La vida del Barça sin Xavi, en cierto modo, ya ha comenzado con él todavía en el césped, con el eterno seis o con alguien que lleva su misma camiseta y brazalete.