TRAS LA LÍNEA ENEMIGA
El Fútbol Club Barcelona vuelve al Bernabéu 13 meses después en una situación muy similar en cuanto a puntos pero diferente en sensaciones: el año pasado en el duelo de aspirantes el Barça llegaba líder, como ahora, pero el viento era favorable para los de Chamartín, que venían de jugar su mejor fútbol en muchos años, consolidado bajo un mismo patrón de juego. La victoria de los blancos nunca pareció lejana, ni con el 0-1 momentáneo de Neymar. Sin embargo, muchas cosas han cambiado en los dos equipos: en los locales por el cambio del entrenador, en los visitantes -los que nos interesan-, por la renovada sensación de victoria.
La principal mejoría está en los centrocampistas -que no en el centro del campo-: Iniesta, Busquets y Sergi Roberto, que está por ver sí será de la partida, están en un pico de forma difícil de superar y con unas condiciones que se adaptan como un guante a las debilidades de sus homónimos rivales. El Real Madrid de Benítez, a 18 de noviembre de 2015 ha presentado diversos problemas para defender en campo propio, y sobre todo para transitar defensivamente, fase del juego donde antaño eran referencia mundial. El nuevo Madrid, por diversos motivos que analizaremos más adelante, aún no ha alcanzado su tope ahí, siendo su mejor defensa la presión. Lo vimos en París o en tramos tanto del Calderón como del Sánchez Pizjuan: cuando los de blanco consiguen establecerse arriba, recuperan rápido y achatan al rival. Precisamente para romper esto, para desactivar su principal plan de juego están Iniesta, Busquets y el pivote derecho, sea quien sea.
Andrés Iniesta llega al Bernabéu en plan jefe. Su final de Berlín fue el prólogo de todo el abanico futbolístico que está mostrando este año y que no ha sido cortado ni por la lesión. En un nivel raro en él a estas alturas de la temporada, no tiene problema en mostrar todo su repertorio. Y como éste se basa en conectar con los de arriba, en sortear presiones y en conducir la posesión, puede armar el taco. Como también lo puede armar, Roberto o Rakitic. A pesar de la duda que existe aquí en las horas previas, no cambia el análisis en el rol. Ambos son «saltadores», ocupan el espacio libre y se despliegan hacia delante, sobre todo contrapesando el movimiento de Leo Messi. En otras palabras, el 4 y el 20 sin balón se situarán continuamente a la espalda de los centrocampistas blancos. Y por último, Busquets.
Nunca hemos visto jugar así a Sergio Busquets. A su técnica ya conocida ha sumado una ascendencia quién sabe si definitiva en el juego. Escudero perfecto de Xavi durante un lustro histórico, ganar un triplete sin él sobre el verde le ha liberado. Hoy Sergio levanta la cabeza y con el pie firme sitúa un pase tenso casi donde quiere. Un recurso ya conocido en él que sin embargo hoy es constante y que puede ser fundamental el sábado. ¿Es difícil imaginarse a Busi sorteando la presión de un miura rival con fina elegancia para después filtrar un pase decisivo a la delantera? definitivamente, no. Pero su importancia no se va a acabar aquí: va a ser el termómetro del partido. Si vemos al de Badía cerca de Bale la cosa pintará mal, el Barça estará cerca de Bravo y sufrirá en la fase donde más fácilmente pueden hacerle daño. Por el contrario si está contra el mediocentro rival -Kroos o, sobre todo Casemiro- la cosa se estará cociendo. Su altura ligada a la parcela del campo que domine activará el virtuosismo de arriba o preludiará el sufrimiento de la zaga.
El nivel de estos centrocampistas definirá el empaque del equipo en el día señalado, pero es necesario precisar que es imposible pensar en que el equipo pueda plantear un discurso sostenido durante los 90 minutos, ya no solo por la entidad del rival sino porque van sin chuletas. Luis Enrique, potenciador de muchos aspectos, no se caracteriza por el aplastamiento táctico basado en la repetición de patrones, jugadas y pases. Lo que hagan los culés en el Santiago Bernabéu tendrá que depender prácticamente de ellos, sin una red de protección con la que puedan esconder la pelota o enfriar el partido. En los momentos en los que eso no pase, la pelota rondará por el balcón de área de Claudio Bravo.
Es el momento más peligroso, para el que el Barça no está preparado. Busquets, el Alves actual, Mascherano y Jordi Alba no se caracterizan por tener una lectura defensiva en defensa posicional lo suficientemente sostenida como para poder resistir al acaso rival. Además, el Real Madrid ya hace unos cuantos Clásicos que le encontró el truco a la zaga culé: el balón aéreo al palo largo centrado desde la izquierda. Marcelo en ese carril es el capo apoyándose en quien pase por ahí -Cristiano, Isco, James, Bale, Benzema o Kroos caerán en esa zona- para ganar línea de fondo y centrar. Con el balón en el aire solo Piqué puede resistir el acoso y si su actuación no es la de un titán, no la de el mejor defensa del mundo sino la de un titán, el equipo está vencido. Apetece pensar que ahí un Vermaelen, un Mathieu o incluso un Bartra pueden superar las prestaciones del Jefecito y ayudar a Gerard, pero… ¿compensa?
El Real Madrid de Rafael Benítez tiene a día de hoy un problema tan extraño como marcado: la BBC. Con ellos tres su ataque, aunque solo sea por mera calidad individual, brilla y somete en ataque posicional, e intimida en transición ofensiva. Los necesita para poder atacar en cualquier fase, pero le perjudican para poder defender: aún no ha diseñado un sistema que permita al equipo sobrevivir defensivamente con ellos tres a no ser que se sitúe muy arriba. Vermaelen, Mathieu y Bartra podría ser una invitación a que el enemigo llegue a las puertas, a que ataque con continuidad asediando un área donde el Barça, cual ratón engañado, se encierra para morir. Mascherano, aunque solo sea por sus propias carencias, ayudará a que la línea se adelante, a que se alejen de la media luna y atrasen al Real Madrid. A parte, su aseado golpeo puede ayudar a los medios y a Piqué a salir de la cueva. Dicho en otras palabras: el Barça debe asumir su debilidad inicial aunque sea una invitación para que los de Benítez ataquen como mejor y más saben porque se les cobrará peaje. Si los blancos no están acertados, la réplica puede ser incontrolable.
Casemiro no es el equilibrio del Real Madrid, es la defensa del Real Madrid. Su entrenador demostró tanto en Valencia, Liverpool, como Napoli ser un maestro de la táctica poniendo un gran desempeño en la fase defensiva para poder construir un ataque rápido y demoledor. Sin embargo, su discurso no está calando con toda la rapidez en su nuevo equipo, por dos motivos. El primero es obvio: su dialéctica es contracultural con una plantilla diseñada para el hedonismo y la victoria desde el balón. El segundo es muy actual: la plaga de lesiones que sufrió el equipo le impidió asentar un sistema defensivo que englobe y sostenga tanto torrente ofensivo. Por eso Casemiro ha sido una solución individual a un problema global. Cuando el Barça consiga filtrar el balón a la delantera culé, la ocasión de gol será siempre real. Con el brasileño en frente, o sin él. La carencia seguirá presente aunque disimulada. Un disimulo que ante el fútbol practicado por la MSN puede quedar empañado. El Real Madrid será balón y campo contrario, o no será.
Llama la atención que tras 1300 palabras sobre el partido, apenas hemos mencionado a Neymar, Suárez y Leo Messi -juegue el tiempo que juegue-. Es evidente que la victoria del Barça pasa siempre por sus pies y así seguirá siendo, pero la ayuda de la segunda línea se antoja más importante que nunca, ahí está el tomate. Hemos realizado un análisis optimista donde, por supuesto, también entra la posibilidad de la derrota. Pero esto no empaña el momento en el que llega el partido para el Barça: el partido le da igual. Esta plantilla se ha reencontrado consigo misma tras un 2015 ganador contra todo pronóstico y ya sin Pep Guardiola. Una victoria que legitimaba a ese vestuario para todo. Algo que quedo refrendado en los últimos dos meses: sin Messi, principio y fin del conjunto, los culés llegan al Bernabéu con 3 puntos de ventaja. El fútbol es un estado de ánimo y la victoria anima más que ninguna otra cosa, y más cuando la sientes definitivamente tuya. El Barça llegará al Bernabéu sin ningún tipo de complejo y sabiendo que pase lo que pase, seguirá en la pole por ganar todo. Y así se juega mucho mejor.