Por Kevin Vidaña y Levi Cantero, entrenadores nacionales de fútbol

Han sido muchos años en los que hemos creído la necesidad de tener un patrón de conducta, un modelo de juego con el que el equipo marque sus señas de identidad. Pero la realidad y la experiencia nos hizo ver que lo que queríamos inculcar era la idea mezquina de lo que para nosotros era el juego. Paulo Freire dice que el mejor profesor es el que pasa desapercibido, el que consigue el que alumno crea que fue idea suya. Nosotros, como entrenadores, queremos que nuestros jugadores nos sorprendan y no nos obedezcan.

Nos hemos dado cuenta, o mejor dicho, nos estamos dando cuenta de que hemos vivido estancados bajo la ganadora idea de la periodización táctica. Montados en nuestro barco de certezas, observando felices el vapor que después venderíamos, sin tener la decencia de pararnos a pensar si aquello que defendíamos contestaba al menos la orilla de nuestro mar de dudas, siendo ahora conscientes de que tampoco respondía a las que ni siquiera nos planteábamos por nuestro total desconocimiento del conocimiento en cuestión.

Buscando la felicidad en el diccionario, como si ésta no se encontrase en un campo de fútbol, nos topamos con la siguiente definición: “instrumento náutico que permite a un barco fijar su posición en el mar sin tener que preocuparse de la corriente, oponiéndose a la fuerza de la marea”. El ancla de nuestro barco de vapor recibe el nombre de “modelo de juego”.

Citando a grandes precursores de la Periodización Táctica:

“Modelo de juego puede ser considerado como el conjunto de comportamientos idealizados por nosotros que deseamos que nuestro equipo realice durante un encuentro, dentro de todas las dimensiones que el fútbol presenta, siendo ellas táctica, técnica, psicológica, física dentro de otras que también pueden ser incluidas en estas, o pueden ser valorizadas como estas, a ejemplo de las dimensiones afectiva, y social”

«Entendiendo al Modelo de Juego como una idea / conjetura de juego constituida por principios, sub-principios, sub-principios de los sub-principios…, representativos de los diferentes momentos / fases de juego, que se articulan entre si, manifestando una organización funcional propia, o sea, una identidad. Ese Modelo, como Modelo que es, se asume siempre como una conjetura y está permanentemente abierto a factores individuales y colectivos, por eso, en continua construcción, nunca es, ni será, algo adquirido-estático-acabado. El Modelo final es siempre inalcanzable, porque está siempre en reconstrucción, en constante evolución”

“….es importante definir que, todo y cualquier entrenador tiene un modelo de juego…”

(José Guilherme Oliveira)

Conjunto de comportamientos que el entrenador pretende que su equipo manifieste de forma regular y sistemática en los cuatro momentos reconocidos del juego (Tamarit, 2008)

“…es el futuro, aquello que pretendo alcanzar, y aquello que estoy constantemente visualizando. Es la IDEA de juego para el equipo…” (Carvalhal, 2001; en Tamarit, 2008: 39)

“Conjunto de referencias colectivas e individuales, que son los principios de juego concebidos por el entrenador” (Oliveira y col, 2006).

Estas ilustres figuras del fútbol teórico, como dirían algunos, cuando sin teoría no hay práctica y una mala práctica supone una idea mal entendida, son creadores, impulsores y defensores de la Periodización Táctica y del llamado modelo de juego, nuevas ideas que están suponiendo aires de modernismo y transformación en un mundo acostumbrado y enquistado en métodos arcaicos, donde el jugador representa al ser individual e independiente del entorno donde interactúa y la preparación física da respuestas a sesiones y resultados, entre otras muchas simplificaciones. Esta nueva vertiente trae consigo ese salto del sofá que necesitábamos, pero viaja sin freno a favor de enaltecer la figura del actor secundario: el entrenador de fútbol.

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Cuando decimos que Mourinho es un técnico con dorsal y hace daño a las nuevas generaciones de entrenadores, nos referimos a esa imagen incorrecta de ser superior y todopoderoso capaz de controlar lo incontrolable y medir lo inmensurable, que suma de protagonismo una figura que de por sí no lo es.

Los jugadores independen del entrenador tanto como dependen de sus compañeros, la verdadera función del mandamás debería ser mandar menos, dejar que ellos mismos tejan su propia organización, teniendo como fin ser independiente del colectivo que dirigen. La interacción natural de nuestros jugadores producirá una inteligencia emergente distinta pero concerniente a las emergencias individuales, capaz de crear a su vez sus propias creaciones.

La necesidad de un patrón de juego diseñado desde fuera, con la consiguiente obligatoriedad de que todos los componentes de dentro reproduzcan, cohibirá la verdadera naturaleza surgida sin cesar de las interrelaciones de los distintos jugadores. Dejando entrever dos cosas que vaticinan lo trágico: el modelo nunca termina y no nos puede pertenecer.

Para entendernos mejor, José Antonio Marina habla de la creación del lenguaje. Se trata de una obra colectiva que surge en base a una necesidad –comunicarse-, conduciendo a la invención de modos cada vez más eficaces de hacerlo, que son aceptados y afinados únicamente por la comunidad. En nuestro contexto, la necesidad es jugar. Las interacciones naturales más resultantes crearán pautas de comportamiento que se impondrán sobre las menos eficaces, conformando así nuestro verdadera manera de jugar.

Como dice el filósofo en su libro “La inteligencia fracasada”, nadie puede introducir una palabra en el lenguaje. A lo sumo puede inventar un término y proponer su uso, pero que se generalice depende de los demás.

La verdadera esencia del juego, y también de la vida cotidiana, se encuentra en las relaciones, en sus formas, en el éxito de éstas. No tenemos derecho a alterarlas, en todo caso potenciarlas. Algunos entrenadores hablan de un modelo antepuesto a estas capacidades, otros hablan de diseñarlo atendiendo a sus capacidades. Todos hablan, inconscientes de que siguen imponiendo un orden artificiado inadecuado.

Nosotros solamente podemos facilitar un lugar de encuentro para que dos personas puedan entablar una conversación, pero la misma va a pertenecer, únicamente, a los interlocutores. Todavía no somos lo suficientemente poderosos como para saber cómo, cuándo, dónde y por qué podemos influir positivamente en el intelecto de Eduard Punset; como mucho entenderemos que Belén Esteban no es su mejor solución…

“Los que tejen la madeja son ellos. No se trata de que jueguen como quieran, sino partiendo de lo que mejor hacen entre sí. Ahí debe estar la máxima exigencia con los futbolistas, en reclamarles lo que son” (Óscar Cano)

Por miedo, para asegurarnos de la acción, por vanidad, para creernos responsables de ella, y por mimetismo, porque al ganador le funciona, transformamos en imitable lo que podría ser nuestra inimitable creación. Inimitable porque dos jugadores nunca van a producir una misma cosa, y menos en su relación con los demás. Esto nos dirige a pensar que la función adaptativa del jugador al modelo de juego no resulta adaptativa, sino transformadora por su nuevo significado. Lo importante es la adecuación en el fluir natural entre participantes, la capacidad de interpretar y sentir una misma manera de jugar.

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Aunque Busquets y Guardiola compartan perfil 4, sus influencias en el juego son totalmente diferentes. Pero como nos gusta estar absolutamente seguros de lo que no sabemos, damos por hecho que sus cualidades comunes y el desempeño de los automatismos mantenidos tienen más importancia que las situaciones en sí, en un entorno determinado y único, que requiere necesidades específicas independientes del modelo antepuesto y milimétricamente planificado.

Dejarán de aparecer perfiles 4 y el modelo de juego del Barça seguirá reconstruyéndose sobre sí mismo, adecuándose a los cambios que jamás han dejado –ni dejarán- de acontecer, preocupándose más de las necesidades que surjan entre jugadores que de falsos prejuicios, dogmas, supersticiones y fanatismos.

“En el futuro mantendremos nuestro ADN, nuestra forma, el concepto a partir del balón, pero tendrá cambios y matices. Igual es sin extremos, con dos centros, con tres fuera, jugamos con tres-rombo-tres como el Dream Team; o como ahora con cuatro en medio, pero que no son cuatro sino cinco… Será un proceso evolutivo y tenemos que esforzarnos en prever esa evolución para que dentro de unos años intuyamos dónde vamos a estar” (Andoni Zubizarreta)

“No siempre tendremos el talento, desde el punto de vista de la construcción del juego de la pared, de las tres posiciones, de la interpretación del juego en el ámbito colectivo, que nos da Xavi y habrá algún momento en que lo perdamos. Y tenemos que ir pensando en que vamos a seguir jugando igual de maravillosamente bien, pero con otro estilo de juego” (Andoni Zubizarreta)

“No buscaría clones de los jugadores actuales. Porque no existen y porque sé que ponerles esas etiquetas de que ‘serás el nuevo Xavi’, y como antes se decía ‘serás el nuevo Guardiola’, eso no es realista. No soy partidario de clonar jugadores ni de buscar en el mercado jugadores exactamente iguales a otros que tenemos o hemos tenido, entre otras cosas porque tenemos futbolistas muy excepcionales. Más bien buscaría jugadores que nos den muchas opciones dentro de nuestro juego” (Andoni Zubizarreta)

Siempre se ha dicho que el mejor entrenador es el que mejores jugadores tiene, pero no es del todo cierto, el mejor entrenador es el que mejores jugadores tiene interactuando y complementándose entre sí. Lillo asegura que “en fútbol las piezas no se juntan, interactúan. Todos hablan de sumar las capacidades de los jugadores y nadie habla de complementarlas, que es lo que debe hacerse”.

Nos dimos cuenta de esto cuando, en el área de captación de un club humilde de Primera División, nos encomendaron la misión de encontrar jugadores que encajaran en unos retratos robots ideales para cada demarcación. Nos hicieron creer que el modelo de juego se conforma de unas características y pautas concretas que luego los jugadores se encargan de desarrollar.

Cuando los jugadores descubren su manera de jugar jugando, «no se trata de jugar a estar ordenado sino de ordenarse jugando» (Lillo). No es necesario confiar en unas características individuales y colectivas predeterminadas para sentirnos a gusto en lo lineal, porque hablamos de dinámica y cada organización es exclusiva, inédita y dependiente de una funcionalidad distinta. Fichar bien dependerá de las necesidades circunstanciales y potenciales que requiera el juego donde queramos influir, sabiendo que nada volverá a ser igual.

Para convencernos, nos pusieron el siguiente ejemplo. “Si juntamos en un equipo a Casillas, Messi, Pedro, Navas, Llorente, Cesc, Soldado, Higuaín, Ibrahimovic, Silva y Neymar, podrán producir soluciones geniales de manera individual, pero colectivamente no sabrían discernir lo correcto en cada situación”. Así pudimos comprobar que sus ideas se ciernen en conformar un equipo en base a unas características determinadas por posiciones para acertar en las interacciones, pero claro, en las interacciones que ellos pretenden, no en las que aparecen naturalmente. Cuando no se trata de ocupar cada inteligencia por separado, sino la inteligencia que surge de ellas. Antes del paradigma Barça, ¿alguien se hubiera planteado jugar con Cesc de central? ¿Y sin delantero?

Posiblemente, el equipo formado por Casillas y compañía sea un desastre, pero no tanto por irrespetar el orden artificiado que, por otra parte, atenta contra las necesidades específicas del funcionamiento dinámico de cualquier sistema, sino porque, como decíamos, el orden no parte desde la complementariedad de sus jugadores. La libertad está entre amigos.

“Todo equipo tiene determinadas pautas que constatan la especificidad de su organización. En cierto modo, podemos hablar de hábitos generados a partir de unas determinadas condiciones de relación. Esa necesaria automatización, lejos de contradecir a la libertad la posibilita” (Óscar Cano)

La clave no se encuentra en ninguna imposición. La salida lavolpiana o la presión tras pérdida, por ejemplo, solamente deberían ayudar la soltura de lo verdaderamente importante, evitando actuar como directores de un comportamiento que debiera ser siempre exclusivo.

Por fortuna los jugadores acaban representando lo que son entre sí: los pájaros enjaulados traen consigo su potencial libertad y la muestran según las posibilidades de ejercerla, ya sea dentro de un búnker o debajo del mar. La suerte de muchos entrenadores es ésta, que no son lo suficientemente estúpidos y poderosos como para alterar la intangible naturaleza como ellos quisieran.

Hitler, Stalin, Mussolini, entre otros, fueron dictadores que se dedicaron a cohibir libertades individuales en sociedad a favor de conseguir sus objetivos privados, sin entender que el aprendizaje natural en relación es más vigoroso que cualquier imposición a la fuerza, magnitud que supone un fracaso de la inteligencia, menos si hablamos de fuerza de voluntad.

Entendamos que en el problema está la solución, las hormigas tejen su realidad en base a una necesidad, se coordinan naturalmente sin planificaciones ni exigencias sobrantes, acarreando la creación de una justicia social que prioriza en el bienestar y las posibilidades reales de cada uno, sin suponer ninguna utopía. El jugador no es un lobo para el jugador porque, ante un peligro que acosa nuestra integridad, tendemos de manera innata a buscarnos unos a otros, el objetivo principal es resguardar nuestra supervivencia.

“La vida es un instinto de desarrollo, de supervivencia, de acumulación de fuerzas, de poder” F. Nietzsche

Volviendo a la periodización táctica, de la cual nunca hemos dejado de hablar por eso de que el todo es más que la suma de las partes, las sesiones preparatorias distan mucho de lo que en teoría defienden, ya que están dotadas de restricciones que afectan directamente la compleja globalidad del juego, además de impedimentos en la aparición de interacciones evolutivas producidas por los jugadores, verdadero epicentro del terremoto.

Una creencia, o una metodología, se inmuniza cuando se niega a aceptar cualquier información que pueda sofocar su integridad, cuando introduce cambios cosméticos para anular las evidencias en contra.

Vamos a citar situaciones que las célebres figuras de la Periodización Táctica hacen de su “YO” como entrenadores:

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“….yo quiero ser un equipo…” (Guilherme Oliveira citado por Gomes 2006)

«Llevamos a cabo nuestro juego Modelo, ejercer nuestros principios y sub principios-del juego, los jugadores de adaptarse a las ideas comunes a todos, a fin de establecer el idioma del comportamiento mismo trabajar exclusivamente las situaciones de juego que yo quiero… no a su distribución semanal de acuerdo a nuestra lógica de recuperación, entrenamiento y la competición, la escalada y la alternancia. Nosotros creamos los hábitos con el fin de mantener la forma de los deportes de equipo, que a menudo se traduce en un ‘jugar bien’ » (Mourinho, 2005) citado por Campos

«Quiero un movimiento de la bola alto, y para que eso suceda debe haber un buen juego posicional, es decir, todos los jugadores saben que en una determinada posición para un jugador, que bajo el punto de vista geométrico no es algo construido en el sitio juego que les permite anticiparse a la acción. gran campo atacando líneas juntas para promover una fuerte reacción a la pérdida de la posesión, una estructura fija en términos de posición y una estructura móvil, es decir, hay jugadores que tienen por su dinámica movilidad, a pesar de que siempre hay un equilibrio posicional” (Mourinho 2010)

En base a lo último, el que quiere un pressing zonal alto es José Mourinho. Pero, ¿ha tenido en cuenta a los jugadores con los que cuenta? ¿Es viable en función a sus naturalezas?

Consideramos que esas ideas que expone the special one son imposibles o cuanto menos inviables debido a los jugadores que atesora, ya que la verticalidad innata de la gente de arriba del Real Madrid no les va a juntar nunca con las líneas predecesoras. Cuando Cristiano Ronaldo, Di María o Bale cogen la pelota, la velocidad es tal que es imposible que los Xabi, Khedira, Modric y compañía se puedan juntar en campo contrario, y si no te juntas en campo contrario difícil tarea es realizar la presión cercana tras pérdida.

Entonces, ¿a qué llamamos entrenar el contrataque, por ejemplo? Si la situación se va a dar en relación a sus naturalezas. En el Real Madrid, queramos o no, la jugada va a ser rápida. Si no sabes o no eres capaz de saber lo que tus jugadores pueden hacer juntos, de nada sirve imponer principios, sub-principios y demás comportamientos del modelo. De hecho, no se trata de comportamientos del modelo, sino de comportamientos concernientes al jugador en cuestión en interrelación.

“Si mi capacidad para resolver problemas, para crear, para dirigir bien mi vida no depende solo de mi inteligencia y esfuerzo, sino de la inteligencia de la sociedad en que viva, nos enfrentamos a un asunto de indiscutible transcendencia, del que va a depender mi futuro y el de los míos” (José A. Marina)

Como hemos dicho anteriormente, no se puede controlar lo incontrolable ni medir lo inmensurable.

La importancia que otorga la Periodización Táctica al entrenador sobre el jugador es exacerbada, más si repercute en perjudicar el protagonismo del segundo. Nosotros no podemos querer, ni implantar, ni desear sobre el colectivo. El comienzo del fin es cuando pretendemos que nuestro número 8 se convierta en Xavi Hernández, porque se ha decidido así o porque creemos que puede simular sus acciones.

El modelo de juego se puede definir como el conjunto de interacciones globales de un colectivo obteniendo como resultado la emergencia de una sinergia favorable para ese momento. No debería ser ni siquiera una idea del entrenador, ni tampoco un plan fundamental para la supervivencia, el modelo no existe.

Ningún entrenador sabe tanto como para decirle a Xavi, Messi o Ibrahimovic cómo tienen que moverse, comportarse, actuar dentro de un contexto que, desde nuestra ignorancia, hemos pretendido para ellos. Lo único que podemos hacer es proporcionarles contextos donde se puedan relacionar, pero ni siquiera eso; saben que se necesitan entre ellos.

“…la sociedad comienza con la aparición de otro…” (George H. Mead)

 

 

 

Hasta el momento nos han ahogado con la planificación de la pretemporada, la atención a la preparación física, la imprescindible creación de un modelo de juego, el diseño de microciclos que sean acordes a las mentiras anteriores… Pero todo esto, ¿para qué? Para nada, para seguir remando hacia una dirección que alguien tuvo la indecencia de comenzar un día, seguramente basándose en conceptos que nada tenían que ver con este juego, sin más argumento del “porque sí” o “las tesis doctorales no se equivocan”, perjudicando a los que realmente saben jugar.

«Los jóvenes quieren ser escritores pero no quieren escribir. Los jóvenes quieren ser jugadores, lo que no sé es si quieren jugar» Juanma Lillo

Quien duda de lo tradicional sabe que se sacrifica en sociedad al son de “¿ahora vas a inventar el fútbol?”. Pero nos preguntamos, si no hay dos jugadores iguales ¿el fútbol está inventado?

Ocurre que nadie está preparado para ser prescindible, ni tampoco para ser incomprendido. Decía Chavela Vargas: «lo supe siempre. No hay nadie que aguante la libertad ajena; a nadie le gusta vivir con una persona libre. Si eres libre, ése es el precio que tienes que pagar: la soledad«.

No queremos a nadie que ponga en entredicho nuestra inteligencia. Nos cuesta creer que somos seres casi inservibles con la única función de observar e intentar despertar la conexión entre los distintos componentes. Todavía no logramos entender que pensar por los demás conduce a encorsetar sus creatividades, aquellas que nunca nos pertenecen.

Pretendemos saber de un juego que no jugamos, porque el saber reconforta. Decimos que los jugadores son los importantes pero no hacemos caso literal a dicha expresión. Creemos fervientemente que el fútbol dará un vuelco solo cuando los jugadores manden callar a su entrenador, argumentándoles que está equivocado en base a las capacidades propias y del rival en una determinada situación.

Nuestro equipo no será el mismo si los alineados son Mikel, Iriney, Ibai y Diego Costa que si lo son Xavi Prieto, Barkero, Aguirretxe y Iago Aspas, con esto no quiero decir que ningún grupo sea mejor o peor, sino que en función de un grupo u otro -Y DEJÁNDOLOS SER- sus naturalezas innatas irán conformando parte unas de las otras y la interpretación del juego solo será posible o no, mediante los conocimientos de sus “YO”. Como ejemplo podemos decir que sin hablarle a Susaeta de cambio de rol tras perdida, él sin saber que lo hace, lo hace. En cambio no podemos pedirle lo mismo a Aguirretxe, de ahí que no creamos en los momentos y fases “teóricos” del juego, así como la existencia de un patrón común o modelo de juego.

“Para mí, el mundo es una suerte de enigma que se renueva constantemente. Cada vez que lo miro siempre veo las cosas por primera vez. El mundo tiene mucho más que decirme de lo que yo soy capaz de entender. De ahí que tenga que abrirme a un entendimiento sin límites, de forma que todo quepa en él” José Saramago