Cuando el Barça de Luis Enrique echó a andar en pretemporada, vimos cómo los delanteros cobraban especial importancia en el esquema de Lucho. No en vano, pues el club había invertido una gran cantidad de dinero en fichar a uno de los mejores delanteros del mundo, que acababa de rozar la Premier con el Liverpool, y llegaba con la bota de oro-compartida con Cristiano Ronaldo- debajo del brazo. El Barça juntaba en su ataque a tres jugadores de la talla de Luis Suárez, Neymar y Messi;  todo parecía encaminado a que el tridente funcionara a partir de un esquema con Messi de mediapunta, laterales muy arriba, interiores abiertos y una novedad en can Barça respecto a anteriores temporadas: extremos alejados de la cal hasta ser, en la práctica, dos delanteros.

Con esa decisión Neymar sonrió, y se divirtió junto a Messi, produciendo goles y asistencias y llegando a marcar ambos en el mismo partido durante varias jornadas. La tercera pieza la fueron ocupando Rafinha, Munir o Pedro, siendo el joven canterano quién mejor se entendió con los sudamericanos debido a que sus desmarques daban respiro y espacio al 10 y al 11. La posición parecía encajar como anillo al dedo para el nuevo 9 del equipo. Neymar cada vez se parecía mas al jugador que vemos con la verdeamarela que al que habíamos visto en su primera temporada en el Camp Nou. Ya sospechábamos que desencandenado, alejado de la cal y con libertad para romper al espacio o juntarse a Leo podríamos ver su mejor versión; no nos equivocábamos: 10 goles en liga y 2 Champions le acercan a las cifras que firmó en todo su primer año aquí. Neymar amaba la libertad.

Pero con la vuelta tras la sanción de Luis Suárez, Lucho fue variando su plan; los delanteros volvieron pegarse a la cal en posición de extremos, con Neymar a la izquierda y Luis Suárez a la derecha. El sistema que parecía pensado para encajar a los 3 cracks y que había conseguido potenciar a Messi y a Neymar se convertía en una especie de carcel para el 11, de nuevo pegado a la banda, buscando el 1 contra 1 y lejos del 10. Con esta decisión se estaba integrando a Suárez a costa de destruir uno de los mayores logros del Barça de Luis Enrique, el encaje de Neymar y Messi.

La segunda parte contra el Ajax y el segundo tiempo en Almería nos hace pensar que Luis Enrique vuelve a buscar que las 3 piezas encajen, con Suárez jugando como el gran 9 que es, y con Messi y Neymar partiendo de las bandas sin encadenarse a la cal. A la vuelta del parón de selecciones veremos si Lucho insiste en ello, pero lo que está claro es que gran parte de las esperanzas de los culés están en su tripleta atacante y  Neymar necesita libertad para ser importante en ella. Sus mejores momentos en el Barça del Tata fueron actuando de falso 9 o partiendo de una banda derecha que le ofrecía libertad para moverse y asociarse con Leo en una temporada dónde problemas personales y lesiones a parte, el corsé de la línea de cal le minimizó. Con Brasil cambia su dorsal por el mítico 10 y vuela libre, siendo mas goleador que nunca. Con Luis Enrique ya hemos visto que su mejor versión llega lejos de la cal. Lucho tiene que tomar nota, el gallo necesita volar.