El Roma-Milán del pasado sábado ha sido el resumen perfecto de lo que fue el Milán en esta primera mitad de campeonato. El heptacampeón de Europa se mostró completamente superado por su rival, mostrando una errónea ocupación de espacios, nulo control del partido y ninguna intensidad. Esto, que siempre es grave, contra un equipo de Zeman es aún más peligroso y denunciable, lo que muestra también poca adaptación del planteamiento de Allegri para este encuentro.

El Milán saltó al terreno de juego manteniendo la idea de las últimas semanas. Esto quiere decir un 4-3-3 con Boateng de falso nueve, Robinho titular y De Sciglio por delante de Abate. Sin embargo la idea, que era su alineación de gala, no fue suficiente contra la Roma. Lejos de eso, fue arrasada, perdiendo 3-0 a la media hora y 4-0 a los sesenta minutos. Un gol encajado en balón parado, otro donde Yepes defiende mal un centro lateral, un tercero donde Mexés domina mal el área y un cuarto, de nuevo en centro lateral, donde Constant demuestra que no tienen ninguna aptitud defensiva mínimamente aceptable para la élite. La Roma fue la prueba del algodón y en ella todos los males rossoneri quedaron retratados.
El equipo lombardo, que había mejorado sensiblemente con respecto al inicio de campaña no puede irse ni siquiera un poco contento tras el último enfrentamiento en el Calcio. Le ha mostrado que su plantilla es hoy por hoy insuficiente no solo para competir por entrar en Champions, sino en la Europa League. Y del Barça por el momento, mejor ni hablar.