Cuenca es el juguete roto, un regalo en forma de joven promesa inesperada con todo lo necesario para encajar en el proyecto culé. Hombre de banda con alma de diez, con control y sensibilidad, válido para ambos costados, una joya que había que pulir. Pero se rompió. Una parte de su cuerpo y sobre todo su progresión lógica y gradual en el primer equipo. Afellay no es eso, aunque también se rompe. Afellay es esa oferta a la que no te pudiste resistir. Costaba poco y todo en él parecía interesante: fútbol holandés, capaz de jugar por fuera pero con buen juego interior, potente, joven y con proyección. Era un excelente futbolista y aunque no sabías qué hacer con él exactamente te decías que ya encontrarías algo. Decirlo es fácil.

Tras muchos avatares ambos han recibido dorsal del primer equipo para esta temporada pese a que todo les señalaba como descartes. Al catalán las lesiones le han asediado con un tempo siempre cruel e inoportuno, enterrado en el pasado a ese Cuenca sugerente que entró con buen pie en el primer equipo. Muchas cosas han cambiado desde entonces y él lo ha visto todo desde lejos: ya no le sirve la aclimatación de antaño, no ha podido mantener ningún tipo de continuidad en el día a día competitivo y las cicatrices están ahí. Apostar nuevamente por su fútbol a estas alturas sugiere dudas de lo más razonables. Afellay tampoco ha tenido suerte con los contratiempos físicos pero su caso es distinto porque fue el club, y no la mala fortuna, el que lo descartó. El holandés es un futbolista hecho y derecho que ha ofrecido un rendimiento positivo pese a que se han explorado poco las posibilidades de su juego. Pero dejó de contar muy pronto, no está del todo claro por qué. El Barça de los últimos años nunca ha ido sobrado de efectivos arriba y la poderosa verticalidad de Afellay se contaba entre las cualidades más singulares de una plantilla a la que costaba mucho rodear a Leo Messi de atacantes con recursos.

La nueva oportunidad hay que cogerla con pinzas: cabe suponer que el motivo no es otro que el no haber podido concretar la salida de ambos. Pero el fútbol es un universo cambiante en el que el devenir de las cosas escapa a menudo a un desarrollo anticipable. ¿Que queda de Cuenca en el nuevo dorsal 23 del Barça? Ya veremos si habrá tiempo para comprobarlo, pero el jugador siempre ofreció versatilidad al peculiar modelo azulgrana. ¿Y qué ocurrirá con Afellay? Seguramente se irá a las primeras de cambio, pero también es posible que tenga su oportunidad. Sus movimientos profundos y el gusto por el recorrido vertical encajan con el fútbol de Gerardo Martino. En los próximos meses sabremos de ambos si han subido con billete o viajan como polizones.