Me apetecía escribir sobre Paco Alcácer, pero no sabía muy bien ni qué contar sobre él ni el por qué, así que traté de buscar la inspiración en el exterior, y pensando en el delantero valenciano y su carrera sólo me venía la palabra “buscavidas”. Así que rescaté de mi ordenador El buscavidas de Robert Rossen, de 1961, una película que tenía pendiente desde hace años por recomendación de cinéfilos. Y no me inspiró nada en absoluto más allá de lo que me llevaba a verla, el título. Ni siquiera me gustó tanto como pensaba que me iba a gustar. O al menos eso creía tras un primer visionado.

Paco Alcácer es un buscavidas desde que apareció en el primer equipo valencianista. Sobra recordar aquel trágico Trofeo Naranja, cuando debía ser su noche. Luego fue haciéndose sitio en un Valencia de entreguerras a excepción del año con Nuno en el banquillo hasta llegar a un Barcelona donde tenía un sitio tan “chiquitito” para vivir que amenazaba su propia existencia. Pero en un contexto complicadísimo el delantero fue capaz de asomar la cabeza, levantar la mano y reclamar su cuota de protagonismo.

Luis Enrique se empeñó en reforzar el ataque culé tras descartar a Sandro y Munir y sorprendió que los hombres preferidos (Gameiro, Vietto y Alcácer) fueran delanteros de una posición, la de 9 sin demasiadas posibilidades de partir desde banda. El 9 que viniera sabía que jugaría los pocos partidos que rotara Suárez, minutos de la basura en partidos resueltos y minutos donde la urgencia del marcador demandara su presencia. Luis Enrique quería otro argumento para remontar en el Calderón una eliminatoria como la de 2016 o para que una ausencia de Suárez no fuera una tragedia.

Y no pudo empezar peor, porque no marcó un gol en Liga hasta febrero, fallando desde el fatídico debut ante el Alavés en el Camp Nou un buen número de goles que minaron su confianza. Y es que hasta entonces entraba dentro de la normalidad que Alcácer fuera el gol y ya está, pero es que no era ni eso. Como 9 no encontraba su espacio en el equipo, porque el Barça vivía del estado de inspiración de tres superdotados y él no lo es. Por si fuera poco, Luis Enrique hizo bien poco por integrarlo con la MSN, e intentos como en Monchengladbach salieron mal. Alcácer no daba la talla ni como 9 ni partiendo desde banda, como en tierras germanas.

Ni siquiera la Copa, esa competición que rueda a los jugadores y equipos comenzado el año, ayudó al delantero a integrarse al equipo, jugando entre octavos y semifinales 2 minutos. Sólo en Liga fue sumando minutos y marcando algún gol, moviéndose cada vez mejor y siendo un activo del equipo si faltaba alguien de arriba, como por Messi en Granada o por Neymar cuando estuvo sancionado. Y entonces llegó el Día D.

“No es suficiente con tener talento. Hay que tener carácter también. Sí, ahora sé lo que es tener carácter. Lo adquirí en una habitación de hotel en Louisville». Esta frase del protagonista Eddie Felson me ayuda a valorar el meritorio final de temporada de Alcácer, que en el Bernabéu tenía una prueba de fuego para saber de qué estaba hecho. Y sin hacer un gran partido sí demostró que se podía contar con él para ir a la guerra. El Barça se jugaba la liga sin Neymar en el peor escenario posible y ahí estaba Paco, interpretando bien los movimientos de Messi, teniendo y fallando la suya pese a que estaba lejos de ser la mejor situación para destacar. Tácticamente era difícil adivinarle un gran papel, pero en el Bernabéu sí mostró el carácter necesario para seguir formando parte del equipo esta temporada.

Este año es de esperar un protagonismo mayor desde el comienzo, ya integrado en el grupo, una temporada después de las primeras señales (no alarmantes) de bajón de Suárez, en año de Mundial para el uruguayo y con un entrenador que lleva cuatro años potenciando a un delantero de área. En un equipo sin siglas en la delantera, más coral y abierto, Paco Alcácer tiene cosas que decir, pues él mismo tiene la oportunidad de ganarse un sitio en Rusia 2018 junto a Costa y Morata, los previsibles delanteros de Lopetegui.

Y una cuestión no menor. Ni técnicos, ni dirección deportiva ni el propio Alcácer confiarán en que el jugador tenga un gran recorrido en el club, pues parece impensable que el delantero de Torrent sea algún día el 9 titular del Barça, por lo que también cabe pensar que es un año clave en la revalorización del jugador y su posible venta. Con Suárez en la treintena y sin confianza en Alcácer es previsible que en alguno de los dos próximos veranos el Barça afronte el fichaje de un delantero de más caché y futuro, por lo que a las dos partes les interesa un mejor rendimiento, sobre todo para un Alcácer que no puede aguantar mucho en esta situación.

Paco Alcácer, a diferencia de Paul Newman en El buscavidas, tiene la partida perdida desde el principio, pues está mucho más lejos del talento del “Gordo de Uruguay” que Eddie Felson del de su rival, “El Gordo de Minnesota”. La temporada pasada el Barcelona tuvo tres grandes partidos, el 6-1 al PSG, el clásico del Bernabéu y la final de Copa, y en dos de las tres citas Alcácer estuvo presente. Y ahí seguirá, buscándose la vida.