El fútbol está volviendo. De una u otra manera, con sus particularidades, pero la pelota ha vuelto a rodar. Hace poco más de una semana, medio mundo se sentaba delante de una pantalla para ver, más de uno por primera vez, el derbi de la cuenca del Ruhr o el retorno del Leipzig de Nagelsmann.

No tardaron en producirse los primeros comentarios sobre lo extraño que era ver las gradas vacías, la pseudo-celebración de los goles o a un equipo esperando que no quede nadie para así poder abandonar el césped.

Más allá de estas curiosidades, algo alejadas del verde, el parón “primaveral” ha dejado secuencias en el trabajo de los equipos. Además de las físicas, las más obvias, la falta de ritmo competitivo o las descoordinaciones de algunas líneas han dejado imágenes llamativas en las primeras jornadas de Bundesliga. Es ahí donde nos planteamos el tema de hoy: ¿cómo pueden afectar al Barça estas nuevas condiciones?

Antes de que el mundo cambiara, los culés navegaban en la inestabilidad. El primer impulso de la llegada de Quique Setién parecía haberse apagado y, pese a recuperar el liderato, en la última jornada mostraron su cara más “valverdiana”.

A nivel de individual, dos nombres destacaban por encima del resto, por diferentes cuestiones. Piqué sostenía en el área a un Barça que no terminaba de encontrar al mejor Messi, con actuaciones extrañas desde la ausencia de Suárez.

El uruguayo, precisamente, será el primero de los cambios que tendrá la nueva normalidad. La operación de enero parece haber quedado atrás y el charrúa reaparecerá para devolver al equipo esa cuota de gol que Luis siempre aporta en liga. Su mejor amigo, Leo, disfrutará de un arranque de temporada de los que tanto goza, ya que, ante la falta de ritmo y trabajo defensivo, el rosarino domina los inicios de liga a base de puro talento, algo que a menor escala puede extenderse al resto de la plantilla culé, caracterizada por sufrir durante los últimos años ante presiones y ritmos altos.

¿Todos? No, todos no. Gerard Piqué es la excepción que confirma la norma. Conocidas por todos son las dificultades del central catalán para alcanzar su mejor nivel en los primeros meses de competición. Además, la escasez de recursos, en cantidad y calidad, de una plantilla envejecida brillan por su ausencia, pese a que los éxitos de la mayoría de ellos han sido gracias a su voracidad y capacidad para competir tres veces por semana.

Setién tiene trabajo por delante a la hora de dosificar a sus piezas en esta prolongada sucesión de partidos, máxime cuando al filial le toque disputar el nuevo formato de Playoff. Serán precisamente ellos, los chicos del filial -incluido Ansu-, los que podrían aportar esa dosis de frescura y energía que posibilite al equipo competir estos dos meses cada tres o cuatro días.

Por último, el tema más curioso de todos, el gran talón de Aquiles del Barça en los últimos tiempos; los partidos fuera de casa. Nos hemos cansado de ver estadísticas acerca de los resultados culés lejos del Camp Nou, primero en Champions y después en La Liga. Con este nuevo sistema, la diferencia entre jugar como local y visitante podría verse disminuida, al menos así dicta la lógica y las estadísticas de los primeros partidos vistos en Alemania.

Rellenar el socabón de puntos que suponía para los blaugranas alejarse de su estadio podría terminar de acercar a Barcelona su tercera liga consecutiva.

Nuevo fútbol, nuevo Barça. El penúltimo reto de una generación que nos lo dio todo, y a la que, ahora, las circunstancias le brindan la oportunidad de un último brindis.