El Barça saltaba al Alcoraz en una tarde gélida con la misión de no quedarse congelado en la tabla de clasificación liguera. El principio de año siempre puede marcar un punto de inflexión mental, no tangible, en la mente de los jugadores y en el ánimo del grupo. Para ello, Koeman recurrió a planteamientos pretéritos, aunque con matices.
El técnico holandés buscó abrir el campo con un extremo izquierdo, Dembélé, y por la derecha fijar de forma asimétrica con Dest. Messi y Pedri volverían a disponer una especie de falsa mediapunta, repartiéndose las recepciones entre líneas. La divisoría volvería a ser ocupada por Sergio Busquets y Frenkie de Jong. La dupla formada por el de Badía y el holandés ha demostrado no casar en lo que llevamos de temporada, a pesar de que en ciertos choques han brillado ambos, generalmente de forma separada. Sin embargo, el encuentro ante el Huesca ha sido probablemente el de mayor sinergia entre ambos jugadores. La novedad de disponer a Frenkie en derecha y no al revés, dejaba la base y la presión central a Sergio, siendo De Jong el encargado de llegar, desmarcarse y cubrir las subidas de Dest. El holandés fue hoy más un interior que elemento del doble pivote. Los últimos partidos de Frenkie De Jong jugando en una altura superior son para ser optimistas con el holandés.

Si nos detenemos en el gráfico  de las posiciones medias, destaca el triángulo de tres alturas formado por Busquets-De Jong y Pedri que permitió una rápida circulación durante la primera parte (Koeman rompió el doble pivote) y la posición de Dest; muy exigente el papel de extremo para el lateral americano que aún así cumplió. No obstante, me gustaría detenerme en la figura de Ousmane Dembélé.
El jugador francés es un elemento extraño. No deja indiferente. Su personalidad introvertida, su fama merecida o no de falta de profesionalidad, así como sus continuos problemas físicos y el coste de su fichaje han privado al atacante francés de la posibilidad de ganarse el cariño de la mayoría de la afición blaugrana. Pero es dentro del terreno de juego dónde el ex borusser muestra su cara más diferente, un físico nacido para ser un filón al espacio que prefiere recibir al pie y actuar como un generador sudamericano, con una toma de decisiones dudosa, introducido en un equipo que ha sido el Valhala de la precisión técnica.
Los toques del francés terminan por desesperar a los paladares exquisitos de la afición culé. Y su partido, una vez más, ha sido una muestra de ello; capaz de tirar un pase medido que firmaría el mismísimo Leo Messi a la cabeza de Pedri y de pelarse con sus tobillos ante la incapacidad de controlar un balón fácil delante del portero. Las cosas del amigo Ousmane. A pesar de lo comentado, el Barcelona actual no puede permitirse renunciar al jugador francés, el único en la plantilla con capacidad de saltarse el guion del partido. Su inicio de temporada es muy significativo de esto, un gol producido por partido y una mejora en su comprensión del juego muy por encima de la mostrada bajo las órdenes de Ernesto Valverde. Hoy en día, el atacante francés es capaz de esperar abierto, encarar o pasar con mayor criterio, cada vez deja menos fallos conceptuales como regatear hacia portería y sus perdidas no suponen un problema irresoluble. Además, ante presiones altas es el único jugador de la plantilla capaz de llevar el balón arriba, aprovechar los espacios del rival y su capacidad de desborde es esencial.
Significativo su 93 % de acierto en el pase al minuto 70. La reeducación del galo es un hecho.
Dembélé ha llegado, el Barça le necesita y él es capaz de ofrecer soluciones ofensivas al equipo, tras Messi es el principal valor ofensivo del equipo en la actualidad. Si a esta reeducación llevada por Koeman es capaz de sumarle un desmarque al espacio que tiene, pero muestra a cuentagotas, el nivel del ataque culé subirá un par de escalones.
En su cuarta temporada en Barcelona y a falta de un año de contrato, tanto él como el Barça tienen 6 meses para decidir si quieren separar sus caminos en junio tras una relación tormentosa o si, por otro lado, se va a seguir apostando por la experiencia Dembélé.
¿Y ustedes, renovarían a Dembélé o le buscarían una salida a falta de encarar su último año de contrato?