De los veinte técnicos que la semana pasada empezaron la Liga, sólo uno ha conseguido ganarla antes. Y si no fuera por el título y la foto que encabeza el artículo, seguramente muchos no habrían caído en que se trata del entrenador del próximo rival del Barça. Encajonada entre el exitoso Barça de Rijkaard y el brillante proyecto de Guardiola, lo cierto es que la Liga de Schuster en el Madrid suele pasar desapercibida. Incluso le ocurre algo peor, y es que en el imaginario ha quedado que esa Liga, más que ganarla el Madrid, la perdió el Barça. Una consideración injusta provocada seguramente por la proximidad de dos proyectos superiores del máximo rival y por que, pese a todo, ese Madrid tampoco pudo con la maldición de los octavos de final de la Champions League.

Pero lo cierto es que el Madrid de Bernd Schuster fue un gran equipo y un dignísimo campeón, que sólo duró un año -de verano a verano aunque le dieran unos meses más de vida-. Fue el primero sin ningún galáctico, más allá de un Raúl que estuvo antes y permanecería después. La transición había empezado un año antes con Capello y se completó con Sneijder, Metzelder, Robben, Heinze o el sonado fichaje de un tal Pepe. Pero por encima de todo, el Madrid de Schuster fue el primer y único Madrid de Robinho.

Organizado en un 4-3-3 bastante claro, por delante de Casillas la línea la dibujaban Ramos, Pepe, Cannavaro y Marcelo -atención a los cuatro nombres-. Como el lateral brasileño era de todo menos sólido, el oficio de Heinze le daba la alternativa. Por delante Mahamadou Diarra, otro de los nombres fuertes de aquel equipo, era un mediocentro fascinante. Sin una gran capacidad técnica ni visión, resultaba fundamental en el inicio gracias a su capacidad para orientar la salida y a su lectura en el intercambio de posiciones. A su derecha Guti era justo lo contrario, y en el interior izquierdo Sneijder, el segundo de a bordo. Junto a Robinho vimos la mejor versión del holandés hasta Mourinho. Con el brasileño es fácil relacionarse, ve el pase y te da el espacio. Si además la aguanta para darte tiempo a lanzarte y tu eres un llegador…

El punto más conflictivo seguramente estuviera arriba. A la derecha de Robinho el nueve era Van Nistelrooy. Hasta aquí todo bien, todos conocemos a Van the Man. En el juego de asociación que Schuster proponía y Robinho disponía -o al revés-, se sintió como pez en el agua, bien fijando centrales para dar espacio al compañero, combinando en la frontal o dejando de cara al que llegaba. Lo peliagudo estaba en la derecha. Tenemos que Robinho era el crack, Van Nistelrooy el killer…esa plantilla tenía a Robben y apenas coincidieron los tres. Jugaba Raúl que nada tenía que ver. Era otro ritmo. Pero no entraremos ahí, que no procede y, justamente hoy, queda feo.

Como decíamos más arriba ese Madrid duró de verano a verano. Tras ganar la Liga aquel fue un mercado de fichajes surrealista, así que no será fácil contarlo. Podríamos resumirlo en que el Madrid quiso cambiar a Robinho por Cristiano Ronaldo y al final se quedó sin ninguno de los dos. No sería hasta un año después que con Florentino como nuevo presidente, el portugués cambiaría Manchester por Madrid. Es curioso que tanto Messi como Cristiano tuvieran parte de culpa en el hundimiento de los proyectos de Barça y Madrid anteriores a ellos. Ambos mataron al padre para poder reinar, y ambos lo hicieron sin saberlo. Uno terminó con el Barça de Ronaldinho y el otro con el Madrid de Robinho. El de Schuster.