Xavi Pascual un año después

Es el segundo regreso del técnico de Gavá al Palau Blaugrana tras su marcha del Barça en el verano de 2016, pero cuando uno mira hacia dentro siente lo mismo que cuando saltó a la cancha en su primer partido en el banquillo visitante: agradecimiento, tristeza y una pizca de nostalgia. Porque vuelve uno de los dos hombres que sabe lo que es levantar una Euroliga con el Barcelona.

Esto no deja de ser una sucesión de ideas desordenadas que se vienen a la cabeza cuando se analiza más fríamente el adiós de Xavi Pascual, un diagnóstico que no cambia un ápice de un año para otro. El técnico catalán no era ni de lejos el problema principal de los males del Barça, como tampoco lo era Bartzokas, pero al igual que el griego tampoco era la solución. Pascual se fue del Barcelona y, como el ahora técnico de Khimki, poco o nada tardaron en encontrar nuevo equipo, pues tienen el crédito ganado.

Repasando sus últimas plantillas en el equipo blaugrana se entiende perfectamente el fracaso de ambos. Una vez muchos jugadores salieron del club sus destinos y rendimientos dejaron claro el punto en que estaban en su carrera. Algunos probaron la aventura china (Samuels o Lampe tras Besiktas), otros están semiretirados (Lawal, Arroyo o Dorsey), otros sin equipo hasta hace bien poco (Doellman), otro tantos en equipos menores (Oleson o Perperoglou) o incluso retirados (Nachbar).

Observándolo desde la distancia puede llegar a sorprender que Xavi Pascual no hiciera un Ivanovic y rajara de su plantilla, pero posiblemente su lealtad hacia el club que le había dado todo, hacia Creus y su jugoso contrato impidieron un problema mayor. Está bien lavar los trapos sucios en casa y mantener la imagen de unidad siempre, pero sus declaraciones una vez salió del club tienen tufo a despecho y resquemor. Lo deseable hubiera sido alzar la voz cuando estaba dentro del club para que las cosas cambiaran. Hubiera sido honesto con los aficionados y consigo mismo haber dicho todo lo que está diciendo ahora desde fuera siendo entrenador del Barça. Así hubiera puesto el foco sobre los grandes responsables y de paso hubiera reducido las irreales expectativas que tenía una plantilla así.

Su Panathinaikos

Llega Pascual al Palau con un Panathinaikos ya con un sello muy marcado. La temporada pasada llegó ya empezada y se tuvo que adaptar a lo que tenía, pero este verano ha añadido nuevas piezas aunque sin cambiar nada sustancial. La base Calathes, KC Rivers, Gist y Singleton la mantiene y la identidad del quipo seguirá siendo la misma con los complementos llegados. Sólo la salida de Mike James trastocó los planes del equipo del trébol.

No era fácil la misión de Xavi Pascual al llegar al OAKA, pero estabilizó al equipo nada más llegar, consiguió una meritoria cuarta plaza en la liga regular de Euroliga y ganó la Copa. Lo peor vendría después, cuando después de caer en cuartos ante Fenerbahce por un contundente 0-3 el propietario Giannakopoulos se enfadó y ordenó que viajaran hasta Atenas desde Estambul en bus. Una derrota dura pero previsible viendo el nivel exhibido por los de Obradovic que amenazó el proyecto, con varios jugadores amotinados e incluso el catalán cuestionándose su continuidad. Sin embargo, recuperó al grupo hasta conseguir imponerse en la Liga Griega a Olympiacos con factor pista en contra. Doblete en casa y cuartos en Europa en su primer año es un bagaje extraordinario, pero ya ha dicho que el objetivo es dar un paso más, o lo que es lo mismo, Final Four.

Defensa, defensa y defensa

Panathinaikos volverá a ser un equipo intenso, incómodo y agresivo, sin duda uno de los más físicos de la competición. Calathes es el encargado de ordenar todos los ataques, pero la fuerza de los helenos reside en su pareja interior Gist-Singleton. El ex de Lokomotiv no estuvo lejos de salir este verano, pero finalmente no llegó oferta NBA y PAO rechazó la propuesta de CSKA, que seguro volverá a por él el verano próximo. Singleton es mejor, pero Gist es el alma mater, el corazón de Panathinaikos, un ídolo en el OAKA por su compromiso y adaptación a la ciudad. Llegó de rebote tras fracasar en Unicaja y Panathinaikos encontró un jugador de un valor incalculable. En el Carpena, por cierto, naufragaron los que después serían dos de los mejores ala-pívot del continente con los equipos atenienses, Printezis y el propio Gist.

Si los rivales defienden bien a Panathinaikos los griegos pueden tener problemas para anotar porque no le sobran los puntos. Este año era previsible que apuntalaran su perímetro con algún generador de buen nivel, pero la apuesta ha sido Marcus Denmon, un formidable tirador pero todavía por testar al gran nivel. Lojeski será un muy buen fichaje si está bien físicamente, pero eso es mucho suponer. No ha seguido el irregular Feldeine pero sí Pappas, otro jugador muy intermitente. El gran aval exterior de PAO es K.C. Rivers, que nada tiene que ver con el jugador que pasó por el Real Madrid en cuanto a rol. En el Palacio era actor de reparto y en el OAKA protagonista, primera referencia exterior, con muchas jugadas diseñadas para él y probablemente el encargado de encarar las bolas calientes de la temporada.

Si los nuevos fichajes cumplen lo que se espera de ellos Panathinaikos sufrirá menos para anotar, para lo cual tendrá que colaborar el base suplente de Calathes. Fue sorprendente el fichaje de Lukas Lekavicius, un jugador tremendamente agresivo que juega a toda velocidad, algo que quizá no casa tanto con lo que ha buscado habitualmente Pascual en sus bases. Claro está que con Calathes ya lo tiene casi todo menos los puntos que sí puede sumar el lituano.

Si lo pasan mal para anotar con fluidez en estático siempre se agarrarán a la defensa, a las transiciones defensa-ataque y la conexión entre pívots que tan bien ha sabido utilizar casi siempre Xavi Pascual. Porque al margen del dúo Gist-Singleton más la renovación de Gabriel PAO suma a su rotación interior a tres griegos, Vougioukas, Mitoglou y Auguste. Estos dos últimos son grandes promesas helenas provenientes de USA.

Identidad nacional

Olympiacos forjó su identidad y su proyecto ganador alrededor de un gran bloque de jugadores nacionales (Spanoulis, Prinetzis, Sloukas, Mantzaris, Papanikolaou…) y Panathinaikos está tratando de anticiparse a su vecino haciéndose con algunos de los mejores proyectos nacidos en Grecia. Hasta ocho jugadores helenos forman parte de los inscritos en Euroliga, es decir, más de un 50% de jugadores del país.

Panathinaikos trata de consolidar el proyecto y crecer de la mano de Xavi Pascual, que por lo pronto ya trajo resultados inmediatos para ganarse la credibilidad y respeto del OAKA y del díscolo propietario. La sombra de Zeljko Obradovic es alargada, pero ha empezado con buen pie en Atenas. Hoy llega a su Palau poco más de un año después de su marcha, siendo ya las dos partes conscientes de que, efectivamente, estaban mejor separados.