Cuando Ivan Rakitic aceptó la oferta del Barça sabía que no volvería a jugar en la posición que lo encumbró como uno de los jugadores más importantes de Europa. La explicación a esto es sencilla: la figura del mediapunta no existe en el equipo culé, y si lo hace es para que Messi la explote y administre a su gusto. Sin posibilidad de jugar ahí, el croata supo al momento que venía para ser el sustituto de Xavi. Para ser el 4 del equipo.

La sorpresa fue que aunque en teoría el ex sevillista juega de interior, en la práctica tampoco es así. Su posición en el campo viene a recordar a la de un volante, muy abierto y bastante más cercano a la línea divisoria que al área contraria. Esto se debe a que Luis Enrique en esta primera fase de construcción del equipo ha decidido vaciar el centro del campo, despojándole de cualquier función creadora fundamental, y dejando esa responsabilidad en un Leo Messi que muchas veces está más cercano a Busquets que a los delanteros. Los motivos de la decisión eran claros: recuperar el gusto por jugar del equipo dándole nuevos funcionamientos, recuperar el ánimo del argentino dándole responsabilidad y libertad por todo el campo, y mientras tanto ir sumando puntos y ganando partidos. Los tres se han saldado con nota.

Pero esta primera fase está concluyendo, como concluyeron las construcciones iniciales de Tito y el Tata, abriéndose paso hacia un nuevo camino donde la función de Rakitic hace arquear más de una ceja. Estas modificaciones, en resumen, afectan a los medios y a la delantera, y ya las hemos ido viendo: contra Granada, PSG y Rayo, Messi volvió a ser falso 9 –su rol de los últimos años en Can Barça-, en lugar de mediapunta –su rol con Argentina-. En relación a esto, la línea de centrocampistas tuvo que aumentar su peso creador lo que se ha traducido en más peso de Xavi –titularidad contra el equipo de Caparros y en Vallekas; media hora en París-, y un nuevo/viejo comportamiento de los interiores: contra los de Jémez volvieron a estar cerrados.

¿Cómo encaja Rakitic en esta nueva disposición? Es una gran incógnita, pero quizá deberíamos formular otra: ¿Quiere Luis Enrique que el ex sevillista encaje en esa posición? Por lo visto hasta ahora la respuesta debe ser no: el 4 culé no ha jugado ningún minuto en la posición y rol real de un interior de posesión culé. Que Luis Enrique no lo cierre porque cree que como mediapunta de formación que es necesita jugar abierto para poder sobrevivir ahí, o que simplemente no lo ubique tan cerrado porque no le interesa es como preguntar qué ha sido antes, si el huevo o la gallina. Pero parece evidente que el equipo más tarde o más temprano volverá a disponer a los acompañantes del mediocentro como antaño, y en ese papel el rubio no cuenta.

Evidente porque el Barça no está siendo un equipo altamente competitivo al vaciar tanto el centro del campo. Precisamente porque al estar tan vacío es imposible controlar la transición ataque-defensa. En le Parc des Princes Thiago Motta parecía Kaká 2007 destrozando por dentro, y ante tal situación el equipo dispuso en Vallekas a Xavi e Iniesta como siempre. Rako, que fue suplente, cuando entró lo hizo para jugar… en la izquierda, en el costado contrario a donde lo hizo hasta ahora. Aunque no es definitivo, si es llamativo que el primer día que se vuelve a lo antiguo el croata cambie de rol.

¿Qué pasará en el futuro? Hay dos caminos, que el equipo siga como hasta ahora con Luis Enrique, o que vuelva a caminar por donde ya caminó en el largo ciclo de Pep, continuado y extenuado con Vilanova y con Martino. La primera opción, visto lo visto, se antoja peligrosa. Y más con el Bernabéu y la lucha por el primer puesto de la liguilla de Champions en el horizonte. La segunda, sería volver a un modelo gastado. Ivan y Lucho deben llegar a un punto de encuentro porque el Barça así lo necesita. Pero hoy por hoy la fórmula de la Coca-Cola está lejos de encontrarse.